El año pasado fue el mejor "extranjero" clasificado, comentaban los cordobeses. Esta vez, con Fiat-Duna en lugar de Regatta, dio cuenta de sus rivales en el circuito "El Pato". Segundo en Buenos Aires y ganador en Córdoba, el hombre del llano bonaerense se llevó el triunfo absoluto en el "Desafío de los Valientes". Para 1989, se hace necesario una elección más atinada, un trazado de otras características
De aquella Carlos Paz - Mina Clavero y vuelta, que componía el único escenario del "Desafío de los Valientes", al realizado hace unas semanas atrás, las diferencias son notorias.
Para no entrar en discusiones que poco aportan, establezcamos que no es ni mejor ni peor, es distinto. Se transformó en una prueba por suma de puntos en autódromo, y otra en un circuito tipo motocross donde se sienten más a gusto los vehículos de dos ruedas que los de cuatro.
No es la nostalgia la que nos lleva a proclamar que todo lo pasado fue mejor recordando los talentosos derrapes de Rodríguez Canedo, Di Nezio, Pascualini, Nasif Estéfano, Gradassi, etc. Poco tienen que envidiarles los actuales especialistas en trazados montañosos como Soto, Torras, Raies, Bescham, De Giovanni...
Pero es innegable que aquellos eran hombres de intuición pura y desandaban de la misma manera al tramo de Copina a Icho Cruz como el de Tafí del Valle a Acheral o el de San Martín de los Andes a Angostura por los Siete Lagos. Estos son más profesionales, descubrieron todos los secretos de la montaña en base a andar, andar y andar. Porque el reconocimiento profundo de un trazado es más, importante que la mejor de las intuiciones.

Juan María Traverso y su Duna transitando la huella firme. Sin extralimitaciones, con mucho ritmo e inteligencia ganó en tierras cordobesas
Son dos épocas del automovilismo que es grato recordar pero sin nostalgias de "vieja de barrio" que escucha tangos de Discépolo y venera los familiares bailes de carnaval con lamparitas de colores cruzando la calle.
Esta versión del automovilismo 1988, es más profesional, más seria y por lo tanto, más efectiva. Así como los autos han progresado y un Fiat-Duna es netamente superior en todos los aspectos a un Fiat-125, también los pilotos debieron adaptarse a nuevas reglas de juego (hojas de ruta, navegantes, etc.) que importamos de Europa tras largos años de ignorar sus ventajas.
Es por todo esto que se hace indispensable ubicarse en la realidad y aunque hubiese sido interesante ver a los "ex-combatientes" medirse una vez más con los de la nueva generación -como sucedió el año pasado- era injusto dejar afuera a hombres descollantes en distintas categorías del automovilismo nacional.
Sólo hubo una excepión generacional: Carlos Reutemann. Con pergaminos suficientes como para que nadie se sintiera desplazado. Un nombre que le convenía a Sevel promocionalmente y a los organizadores, dejando -por qué negarlo- un interesante saldo económico a favor del santafesino.
Por el lado de los vehículos, la gente de Producto e Ingeniería se dedicó a revisarlos a fondo, equiparlos con la reglamentaria jaula anti vuelco y amórtiguadores más rígidos. Todas eran versiones SCV -motor 1.500 cm3-.

El piloto de Ramallo indica el camino a "Cocho" López, ambos de firme trabajo en el Autódromo de Buenos Aires. Al final, fue para Guerra
Para el autódromo de Buenos Aires se los dotó de neumáticos tipo "slicks" y en el trazado de "El Pato'', usaron Pirelli P-4 en lugar de la P-44 que llevan de fábrica debido a que son más angostas y se a aptaban mejor al desparejo piso del dibujo serrano. El resto corría por cuenta de los 82 CV que los pilotos debían administrar de la mejor manera posible.
Una charla entre pisteros
En la pista ganó Silvio Oltra, campeón de TC-2000. Pero a la hora de la verdad, tras el informe del veedor al Comisario Deportivo, la carrera quedó en manos de Miguel Angel Guerra.
En realidad pudo ser para cualquiera de los cuatro que llegaron separados por escasos metros, pero alguien tenía que ganar.
Los especialistas del asfalto con Croceri a la cabeza por algunos momentos, se hicieron cargo de comandar las acciones. La largada, había dejado a varios sin posibilidades debido a adelantamientos entre los que figuraban los de Reutemann, Garro y Raies. Pero doy fe que no fueron los únicos.
El pelotón de definición quedó entonces a cargo de Oltra, Traverso, "Cocho" López y Guerra con algunos intentos de Baldinelli por acercarse al grupo. Como era de suponer hubo fricciones. No sólo en la punta sino en el medio y atrás de la fila india. Algo absolutamente lógico en carreras de este tipo, donde los autos andan igual (salvo milésimas de diferencia) y todos los pilotos quieren doblar por la trayectoria ideal, pero donde cabe uno sólo.
Hay que hacer todo muy fino para no perder centésimas en cada trabada del auto, ser muy pícaro para atacar en el momento oportuno y estar atento al posible toque de quien viene pegado al paragolpe. Como ve, un ejercicio agotador pero inevitable para quien desee estar adelante.

Silvio Oltra fue puntero en varias oportunidades en Buenos Aires. Hasta ganó, pero lo sancionaron por maniobra peligrosa con 20 segundos
Tan es así, que en los comienzos Guerra no estuvo integrando el grupo neto de punta, llegando a ella en base a que trabajó solo, sin molestias, mientras quienes lo precedían doblaban y frenaban como podían y no exactamente como debían.
Tanto Oltra, como Traverso y "Cocho"
López se intercambiaron la punta ganándose mutuamente la frenada en la entrada al mixto del circuito N" 9 de Buenos Aires. El mismo trazado donde hace quince años los Fiat 125 giraban 10 segundos por encima de los tiempos del Fiat Duna. Cuando se acercó el momento de la definición, los quince mil espectadores comenzaron a saborear lo mejor del menú.
En ese juego del todo o nada, los muchachos se exigieron al máximo y así fue como se sucedieron maniobras alejadas de la lógica, sobresaliendo la de Oltra en detrimento del coherente trabajo que hasta allí había realizado Osvaldo López. Encaró la frenada por el lado interno sin lugar suficiente. López no cedió la cuerda, Oltra bajó dos ruedas al pasto, dobló por encima del "pianito" interno que hizo de peralte invertido y el Duna se puso en dos ruedas volcando literalmente sobre el lateral del auto de López, siendo superado por Traverso y Guerra.

Vista del parque cerrado en "El Pato". El cielo encapotado presagiaba una jornada gris
Esa actitud le costó a Oltra la sanción de un minuto del CD que luego fue reducida a 20 segundos, situación que causó desagrado a la autoridad (Sr. Marielli) y hasta lo llevó a presentar su renuncia aunque intermediarios de oficio, lo hicieron recapacitar.
Así fue como la primera parte del "Desafío de los Valientes" quedaba en manos de Miguel Angel Guerra en premio a su pulido manejo y frialdad mental a la hora del remate, tratando de no entrar en el juego de utilizar el auto para desacomodar al adversario.
Cuatro fueron los pisteros que lo siguieron: Traverso, López, Bessone, Croceri, dejando a Mario Stillo como mejor representante cordobés y delante de Mouras (teceísta de correctísimo desempeño), Soto, De Giovanni y Bescham. Reutemann, con la penalización, ocupaba el 13" lugar aunque en la pista terminó séptimo. Los Fiat-Duna pese a la paliza, habían respondido y tras una puesta en orden de la lastimada chapa, serían las mismas unidades que sorteadas nuevamente,
participarían en "El Pato" de Villa Carlos Paz.

Penalizado en Buenos Aires por adelantarse en la largada, Gabriel Raies concretó una buena faena en el trazado de ripio. No quedó satisfecho
Traverso y el motocross sobre cuatro ruedas
"Es antes de la bifurcación a Tanti, vas a ver la torre a mano derecha", me indicaban apenas llegué a Villa Carlos Paz. Efectivamente la torre se ve de lejos. Transité por un camino de tierra e ingresé a una playa con locales sin terminar, techos de aglomerado chorreando agua debido a la lluvia... una especie de kermese de pueblo, con kioscos precarios, piso de tierra y una confitería en forma de cono donde el agua ingresaba por miles de rendijas que denotaban una inexistente calidad de construcción. Ni boxes, ni baños lógicos, ni nada de nada.
Un emprendimiento de ignotos señores que promocionaron por Villa Carlos Paz sus intenciones de invertir millones de dólares en el denominado Complejo El Pato. Sin embargo, las prometidas canchas de golf, tenis y squash, el shopping y demás servicios, brillaban por su ausencia.
El público se pudo ubicar en zonas donde el ochenta por ciento del circuito es visible, pero chapaleando barro, esquivando espinillos y cascotes. Eso sí, en general -y pese a los desbordes no controlados- el trazado es seguro para el espectador, principalmente por la lentitud con que debe ser recorrido.

Ernesto Soto pagaba dos pesos a ganador, apenas si se salvaba la plata. Sin embargo Bescham lo "eliminó" en los cuartos de final
El piso del escenario es más adecuado para el motocross que para el automovilismo y se mostraba muy desparejo en algunos sectores. Debido a la lentitud de su dibujo plagado de retomes y trepadas -donde se usan primera y segunda para colocar tercera únicaniente en la recta principal, volviendo a frenar a cero para doblar a la derecha-, la tierra fue dando paso a los inmensos piedrones que afloraron desde las entrañas. Arma mortífera para suspensiones, neumáticos y llantas.
Más allá de la opinión generalizada de los pilotos -a excepción de unos pocos que pensaban lo mismo pero razones comerciales o amistosas no les permitían hacer declaraciones en contrario- y de parte del periodismo, había que correr allí y en esas condiciones.
Sorteados nuevamente los autos, comenzó la prueba por el sistema de eliminación y repechajes hasta llegar a la final. Cuando los productores de ATC dieron la orden -por si no lo sabía son ellos los que dan la señal de largada domingo tras domingo- salieron Guerra, Oltra Satriano. Ganó el primero y de esa forma pasaba a los octavos de final.
La segunda fue para Soto, relegando por poco a Traverso y por bastante a Castellano. La tercera se la adjudicó De Giovanni sobre López y Garro, la cuarta Bescham sobre Raies y Bessone, la quinta Croceri sobre Guiral y Maldonado v la última Grasso sobre Baldinelli y Stillo.

Guerra y su Duna en uno de los lentos retomes de "El Pato". No desentonó, fue 2do en la general
Y en el análisis parcial, las primeras sorpresas ya habían aparecido. Guerra se afianzaba y sumaba algunos puntos más a su triunfo de Buenos Aires y pensaba en la suma que le podía otorgar la victoria final en el "Desafío de los Valientes". Soto era el número opuesto, pero Traverso no había desentonado para nada.
De Giovanni también estaba en los cálculos de quienes lo conocen y se habían desdibujado López y principalmente Garro. Bescham daba cuenta de Gabriel Raies por más de un segundo y Croceri (en una serie fácil) pasaba los octavos, al igual que Grasso (hombre de rally de la clase menor y cordobés) que dejaba atrás a Baldinelli y Stillo. Bescham, Torrás, Rajes y Soto completaban el cuadro de cordobeses que salían airosos de los octavos de final con el agregado del "llanero" Traverso.
Sin embargo, para las semifinales quedaban Raies victimario de Guerra, Torrás de De Giovanni (neumático delantero izquierdo), Bescham de Soto por un segundo largo y ante la euforia del público. local y Traverso de Grasso.
A esta altura, Reutemann había sido
superado en los octavos de final cuando Traverso utilizó casi seis segundos menos que el ex hombre de la Fórmula Uno. El saldo de su trabajo: digno.

Aspecto impresionante mostraba el circuito cordobés. Se calcula que fueron alrededor de 7.000 personas pese al mal tiempo
Córdoba no lo pudo creer
En las semifinales, Traverso tenía que dar cuenta de un hueso duro de roer que se llama Miguel Torrás. El ramallense largó de manera impecable, transitó el camino con soltura y sin exageraciones que pudieran dañar partes vitales de la suspensión. Torrás, en cambio, largó mal ("el auto tuvo una quedada") y cuando intentó recuperar lo que allí per-dió, se fue de la huella para retomar la senda ya sin posibilidades.
La otra manga de las semifinales, tenía a dos protagonistas cordobeses de rancia estirpe: Jorge Bescham y Gabriel Raies. Una masa delantera dejó al primero sin posibilidades cuando venía peleando cada metro en los cronómetros, haiéndosela más fácil a su coterráneo Raies.
La final esperada entre dos cordobeses no se daría. Juan María Traverso de Ramallo provincia de Buenos Aires estaba en uno de los rincones dispuesto a no regalar nada.
En el otro, Gabriel Raies, especialista en caminos de tierra y ripio. Favorito para muchos, por sus innegables cualidades y por ser uno de los que más había reconocido el trazado en distintas circunstancias.

Otro "pistero" que se manejó con soltura en terreno desconocido pese a un vuelco protagonizado en los días previos. Croceri fue 5to en la suma
Traverso confesaba el domingo a la noche algo que ya había conversado con quien suscribe:
"Este no es un circuito de montaña ni nada que se le parezca. Aquí se pegan treinta o cuarenta vueltas y se acabaron los secretos. Si me decís que la final con Raies era como el año pasado en el tramo de ruta entre Copina y Cuesta Blanca, te digo que me gana Soto, Raies, Stillo, Torrás y Bescham... que se yo. Pero acá la cosa es distinta".
Y era verdad. Los pilotos cordobeses habían tomado esto como un desafío personal. No podían concebir que alguien les ganara. El público, con el triunfo de Traverso, se mostró menos sorprendido que Raies o Torrás.
De movida, cronómetro en mano, certificamos que Traverso venía haciendo ventajas de a centésimas, para culminar la primer vuelta con leve ventaja sobre Raies. En la segunda parte, el cordobés - ¿pagó tributo a su vehemencia?- torció la suspensión trasera izquierda de su Duna y tuvo poco por hacer. Tan poco que terminó a casi 3 segundos, cuando en la vuelta inicial apenas los separaban 38 centésimas.
Para Traverso fue un triunfo importante en su nutrido historial. Para Raies, a juzgar por su cara en el podio, fue la derrota más dura de su carrera deportiva. Ahí quizá, radica el error de interpretación.

Traverso y su eterno cigarrillo, antes de largar. En segundo plano Canedo y Reutemann
Juan María Traverso, dejó establecido que el que maneja con artesanía, es talentoso en cualquier terreno.
Queda para el análisis la posibilidad de otro tipo de circuito, más veloz, no tan trabado, donde se castiguen menos los automóviles y los de manejo brillante puedan hacer diferencias utilizando "cambios altos" (tercera y cuarta). Por que precisamente allí, en lo rápido, es donde los talentosos sobresalen del resto.
Lo de Traverso puede haber sorprendido. Parabrisas no figura en esa lista. Ya nadie duda de sus condiciones bajo cualquier circunstancia. Tiene la fibra, el empuje de los ganadores natos. Y a juzgar por el comportamiento de la tribuna cordobesa, hasta es ídolo en rodeo ajeno. Una semana más tarde, en General Roca, subido a una Renault-Fuego, defendió el triunfo ante Silvio Oltra, apretando los dientes, bancándose la humareda dentro del habitáculo que provocaba la rotura de una manguera de aceite. Controlando la situación por el término de tres vueltas.
En la suma de los puntos, Traverso se quedó con 41 unidades dejando como escolta a un regular e inteligente Miguel Angel Guerra.
Soto, se resignaba al tercer puesto en el promedio de tareas entre autódromo y "El Pato". Bescham cuarto y Croceri quinto.
Si en este tipo de competencias, existen las injusticias, vale la pena nombrar a dos de ellas: la de Jorge Bescham que eliminó a Soto pero debió ceder ante Raies en la semifinal por problemas en su auto y la de Omar De Giovanni por causas similares.
Por
Carlos F. Figueras
Fotos: "Juano" Fernández y Enrique Bianco

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