Casi queda afuera. La no participación de Recalde y Trelles, lograron que Carlos Garro integrara el grupo de invitados al "Desafío de los Valientes". Fue segundo de Bessone en el autódromo y se impuso a los mejores hombres del rally de hoy en las Sierras de Córdoba, Fue el más eficiente. El más parejo. El más contundente. Explotó las posibilidades del Fiat Uno SCV como nadie. Un trazado interesante pero con limitaciones a nivel seguridad y una organización poco acorde con la importancia de la prueba
Primero fueron los Fiat-1600, luego los "125", más tarde los IAVA-128, hace un par de años los Regatta-85 y el año pasado los Fiat-Duna SCV. En este "Desafío de los Valientes" edición '89, le tocó el turno a los recientemente lanzados (al menos en forma oficial) Fiat-Uno SCV con motor 1.500.
Básicamente iguales a los Duna en lo que se refiere a suspensiones, plataforma, mecánica (82 CV) etc. Pero con una diferencia importante para este tipo de pruebas: con características más deportivas.
Los protagonistas eran una veintena de "Uno" y otros tantos pilotos que el periodismo eligió de una lista preestablecida -pero lógica- entregada por Sevel Argentina a cada representante de medios radiales, televisivos y escritos. Especializados o no. Una forma, de evitarse la ingrata tarea de cursar invitaciones según el criterio de la empresa.
A juicio de quien suscribe, los veinte que compusieron el grupo de "elite", eran los lógicos.
Tras la deserción de Recalde y Trelles que por distintas razones debieron declinar la invitación, Degiovanni y Garro entraron en su reemplazo, dos que figuraban entre los elegidos por Parabrisas. Por esta misma razón no tenemos quejas, aunque en el listado que se entregó se notaba -como en los últimos años- la ausencia de Esteban Fernandino que además, fue ganador de un "Desafío" en El Pinar, Uruguay, hace ya algunos años.

Garro trepando en Córdoba. En la subida fue donde el "Pájaro" construyó su triunfo
Entre los especialistas de rally estuvieron Soto, Raies, Stillo, Bescham, Degiovanni, Gianre, Romero y dos hombres de "todo terreno" como Garro y Traverso. Se sumaban los "pisteros" como Bessone, Maldonado, Giacchino, Oltra, Guerra, Friedrich (brasileño) y Osvaldo López.
Tres del TC tradicional: Castellano, Mouras y Oyhanart. Y un invitado especial: Carlos Reutemann.
Ver el árbol y no el bosque
Por razones obvias, la mejor parte del "Desafío" debido a su historial, es la etapa de montaña. Tal como nació originalmente, cuando Canedo, Recalde (en sus comienzos), Carlomagno, Di Nezio, Alzaga, Pascualini, Stéfano, Gradassi, Copello y otros, discutían la supremacía en el sinuoso de Carlos Paz a Mina Clavero (Pampa de Achala) ida y vuelta.
Desde hace tres años, cuando resurge la idea de esta prueba, las reglas de juega fueron distintas. Una etapa en pista y otra en montaña. De poco vale el argumento esgrimido por Ernesto Soto durante la entrega de premios ("Igual kilometraje en pista que en montaña"). Hasta el más novato sabe que en el Nro. 9 del Autódromo de Buenos Aires, y en 20 vueltas las diferencias son mínimas a excepción de que los autos -o los pilotos- demuestren notorias falencias.
Por otra parte, esa tesis queda neutralizada a partir del sistema de puntaje utilizado en ambas pruebas y que determinan el ganador. Injusto hubiera sido que la luz entre uno y otro piloto definiera la clasificación general.
¿Qué pasó. entonces? Una vez más, los especialistas en montaña -con algunas excepciones- consideraron que el "Desafío" se definía en Córdoba. Que el más veloz en subir y bajar desde Bosque Alegre al Observatorio se llevaba el Fiat-Uno a casa, los laureles y la gloria.
Sin embargo, nadie tuvo en cuenta que detrás del árbol se escondía el bosque a conquistar. De ahí las palabras de Gabriel Raies en Buenos Aires cuando declaró: "El único enemigo es Garro", cuando en realidad tenía ocho clasificados delante suyo, entre ellos Garro, Traverso y Stillo que tienen dos manos, dos pies y una cabeza igual que el hijo del promotor cordobés. Luego, una semana más tarde, vendría el segundo desengaño...

Jorge Bescham tuvo un acertado desempeño en la montaña. Aquí saliendo de un retome que le dió dolores de cabeza a más de uno
El "rey" del nueve
Nadie se sorprendió cuando Ernesto (Tito) Bessone hizo el "uno" en la clasificación. El circuito Nro. 9 lo conoce como nadie y si le tocaba en el sorteo un auto más o menos adecuado -considerando las sutiles diferencias que pueden existir- no sería sencillo ganarle.
La tribuna tenía su "pollo": Traverso. Que a último momento aceptó, la invitación -según él- una vez que negoció el arreglo con Sevel (léase un auto). Según Sevel, nada se arregló tras las bambalinas pero Traverso -de esa forma- quedó con las puertas abiertas en la terminal de El Palomar en lo referente al futuro mediato o inmediato. Hasta aquí las versiones.
Retomando el hilo, la cosa era entre Traverso y Bessone. Probablemente porque la nueva generación de entusiastas no sepa quien es Garro y admiran a Oltra (en automovilismo y a través de sus discos), Giacchino, Friedrich...
Primera vuelta con Garro en punta. Un balde de agua fría. Duró poco. Una vuelta más y adelante Bessone. Algo que el puntano, radicado desde hace añares en Río Cuarto, supo reconocer: "Dicen que tenía un secreto..., ¿sabés cuál es?. Dobla más rápido en el curvón y nos mata a todos. Si sos un buen piloto y te toca un auto lógico, no te pueden ganar".

Un trencito
que se mantuvo varias vueltas y entusiasmó a todos. Encabeza Guerra seguido por "Cocho" López, Traverso y Oltra. Luego una maniobra antideportiva de Guerra le costó a éste el recargo de un minuto
Hombre inteligente, al no poder mantener el ritmo de punta, Garro se dedicó a dosificar su Fiat Uno y lograr el segundo puesto. Aunque no lo dijo algo estaba cantado: Bessone no le podía ganar en el trazado de El Observatorio. El enemigo era Traverso.
Atrás, un pelotón que hizo las delicias de las 15.000 personas que fueron ese sábado a la tarde al autódromo porteño. Traverso, Oltra, López y Guerra con un atrevidísimo Giacchino que remontaba posiciones desde atrás. Guerra se cansó de tapar, de molestar, más preocupado por no dejarse pasar que por hacer todo bien. Ergo: fueron tantas sus actitudes poco honestas que fue castigado con un minuto y postergado al puesto 16..
López, víctima de esos roces, debió abandonar. Traverso, aunque líder de ese grupo, también sufrió las consecuencias de viajar en un lote complicado aunque sobre la segunda mitad empezó a
acercarse a Garro en busca del segundo puesto. Pero la última vuelta -en la "Horquilla"- no es el lugar apropiado para intentar el "sorpasso" cuando el que va adelante dejó hace años la Ovomaltina. Y Traverso también lo sabía.
El clasificador, para lo que vendría siete días después, quedaba con Bessone al frente (lejos) y luego Garro, Traverso, Giacchino (en gran trabajo desde atrás al borde del error y a puro ímpetu), Oltra, Oyhanart (mejor del TC y muy solvente en pista), Maldonado, Stillo (el mejor cordobés), Raies y Bescham.
Reutemann, figura invitada especialmente, abandonaba a poco de comenzar debido a un roce que le deterioró el sistema de dirección.

Bessone doblando en la zona de los mixtos. Notable su tarea en el Autódromo
Respetar a los rivales
Hay cosas que no se dicen, aunque sean ciertas. En la F-1 internacional -algo que aprendí a través de años de cubrir las carreras de Reutemann en Europa- nadie opina sobre tal o cual piloto. Cada uno hace su negocio. Criticar a los demás es irreverente.
Sin embargo, en el ambiente local, es moneda corriente. Y eso pasa hoy, no hace quince años. Había más respeto, todos eran conscientes que había un puñado de pilotos -que sumaban más que los dedos de una mano- que podían ganar.
Las cosas que escuché en el parque cerrado de Bosque Alegre no son dignas de mencionarse ya que quien las virtió era el más presionado de los veinte que tomaron parte. Prefiero tomarlo como un lapsus.
Pero el clima estaba creado. Desde hacía unas semanas unidades Fiat-Uno transitaban los tres kilómetros para buscar una adecuada suspensión. Gabriel Raies era uno de ellos, probablemente el que más desandó el camino para equilibrar el auto a las exigencias de un piso en malas condiciones (lluvias depredadoras) en un trazado adecuado a las circunstancias (partes lentas y veloces) pero poco práctico para el público o para una organización eficiente, algo que este evento merece. En pocas palabras, un punto a revisar por los responsables.

Tándem de "montañistas" en el Autódromo. Se va Stillo, lo siguen Bescham, Castellano (infiltrado), Gianre y Romero
Así en la pista como en la montaña
Cualquier analista llegaba fácilmente a la conclusión que el "Desafío de los Valientes" estaba en manos de Garro o Traverso, y ¿por qué no?, de Bessone. Sin embargo, hubo quienes no lo creyeron.
El viernes por la tarde, en la clasificación para ordenar la salida del sábado entre Bosque Alegre y El Observatorio, Soto ganó la suma (ida y vuelta pero fue tercero en la trepada, recuperando todo en la bajada). Algo que sería casi una norma al día siguiente y que hizo pensar a más de uno (quien suscribe incluido), que probablemente ese auto disponía de algún caballo menos a la hora de "pechar". En la bajada los autos pasan a segundo plano y lo que importa es hilvanar todo a fondo en cuarta en el sector veloz.
Detrás de Soto venían Raies, Traverso, Bescham, Stillo. Gianre, Romero y otros, incluido Garro que estuvo a punto de volcar en un retome lo que le sirvió para cuidarse muy bien el sábado.
El sistema era que de los veinte que subían y bajaban, quedaban diez, luego cuatro y para la final, dos. El orden de la primera trepada y descenso fue Soto, Bescham (2,09 seg.), Gianre (a 2,90), Stillo (a 4,42) y Garro (a 4.88). Pero cada uno trataba de castigar el auto lo menos posible dentro de un ritmo lógico para evitar quedarse afuera. Por eso los tiempos no fueron llamativos.
Entre los que pasaban a ser espectadores estaba Carlos Reutemann, una figura reconocida, aplaudida y respetada por el público pero que dejó la impresión de haber afrontado el compromiso sin mayores metas, y Juan M. Traverso.

Carlos Garro bajando de El Observatorio rumbo a Bosque Alegre. Gran triunfo del puntano, que no cometió errores y se impuso con claridad
A cara de perro
La segunda, donde largaban diez y clasificaban sólo cuatro era a "cara de perro". Sin especulaciones. Sin tregua. Una vez más Soto perdió la ida (ganada por Garro) pero se rehacía en el retorno y ganaba el parcial por 9 centésimas sobre Stillo, 38 a Bescham y 1,24 a Garro.
Quinto y afuera, Gabriel Raies al quedar distanciado 1,72 segundos del ganador y con él Romero, Gianre, Degiovanni , Bessone y Maldonado (estos dos últimos de dignísima labor en terreno absolutamente desconocido a excepción de alguna postal serrana).
Con ese resultado, Garro ya era ganador del "Desafío". Podría haber especulado, "acelerar para arriba" como solía decir García Veiga. No fue así. Le confesó a Carlos Márquez, su amigo de toda la vida antes de la tercera serie: "Ahora es poker o nada". Porque nació para el todo o nada. Y así ganó la semifinal con 1,65 segundos sobre Bescham, el mejor y más parejo de los cordobeses. La gran final estaba entre ellos: Garro o Bescham.
Y fue para Garro, porque subió y bajo a un ritmo infernal. Demostrando que 41 años no es nada. Ganó la ida por más de dos segundos. Perdió la vuelta por centésimas que hablan del orgullo de Bescham, de las ganas de pelear hasta los últimos cien metros.
Ganó Garro y con Garro su verdad: "Todos somos pilotos, no hay dioses".
Quedaba como recuerdo el " fuori-strada" de Traverso en el retorno de la primera eliminatoria. Ganador impecable el año pasado, en esta ocasión, sufrió las consecuencias de un error al pisar la banquina interna de una recta en bajada en zona de frenaje. El auto se desacomodó y terminó contra los arbustos del sector externo. Hasta la tribuna cordobesa (que fue a ver ganar a un local), lamentó su abandono.

Mario Stillo, el mejor de los cordobeses en la clasificación final
Un podio de gente feliz
Garro más que nunca, desparramando champagne a los cuatro vientos. Con el puesto seguro para el año que viene. Feliz de reencontrarse con la victoria. Como demostrando su vigencia.
Bescham, aunque muchos no lo crean, satisfecho con lo suyo. "Probablemente tendré que ponerme a pensar donde me equivocaba o donde cometí errores", nos decía el sábado a la noche (muy de noche) en Carlos Paz.
Bessone, irradiando alegría. Segundo en la suma gracias a un trabajo afanoso en Buenos Aires y a su sorprendente actuación en Córdoba. Una labor que hasta los exigentes espectadores mediterráneos calificaron de digna para quien desconoce el "do-re-mi-fa-soi-la-si" de vericueto, serranos.

Preciso instante en que Traverso pierde toda posibilidad en la edición 1989 del "Desafío de los Valientes". Entró pasado sobre unos arbustos. La ayuda del público no fue suficiente
Para la mención
Mario Stillo con su estilo (redundancia aparte) poco espectacular pero efectivo en la montaña y coherente en la pista del Autódromo.
Ernesto Soto. Es el único caso en que se puede sospechar de una unidad con 2 ó 3 caballos menos. Siempre perdió la trepada y ganó la bajada (a excepción de la semifinal). El resultado, sin duda, no afecta su buen nombre y honor, aunque en la pista quedó muy lejos.
Ernesto Bessone por lo antedicho. Él que anda. entrenándose, anda en todos lados.
Guillermo Maldonado, pistero nato. Hombre de fórmula. Se lo vio bajar con soltura, como queriendo aprender y declarando -horas más tarde- que andar en la montaña es fascinante. Décimo.
Oscar Castellano. Hombre de TC. Cada uno de sus movimientos fue analizado con lupa por la tribuna cordobesa. Quedó afuera en la primera eliminatoria por apenas 3 centésimas de segundo respecto a Maldonado. Pero delante de López (fuori-strada), Friedrich, Reutemann, Oltra, Guerra, etc.
La revancha en 1990. 41 años. Nacido en San Luis. Radicado en Río Cuarto, Carlos Alberto "Pájaro" Garro. El único que tiene el puesto asegurado.
Todo un símbolo, un llamado a la realidad.
Carlos F. Figueras

Ernesto Soto, que hasta su eliminación había ganado todas las bajadas. Buen trabajo del cordobés

.