Como siempre, aprovechando un fin de semana inactivo, Ricardo Zunino había llegado a Montreal acompañando a Bernie Ecclestone. Sorpresivamente, Niki Lauda, tras dar algunas vueltas en la primera sesión, decidió abandonar el circuito intempestivamente y viajar á New York. Así, Zunino, con el casco y el mameluco del austriaco salió a dar algunas vueltas en el BT-49. Pero no fue ni tan simple, ni tan fácil. Hubo momentos de tensión y suspenso Zunino no estaba en el circuito cuando Ecclestone lo buscaba desesperadamente. Lo hizo llamar por los parlantes y cuando Rupert Keegan merodeaba el box de Brabham -esperando que Zunino no apareciera- el sanjuanino llegó a los garajes. Así sucedió, paso a paso
Así pasan las cosas tantas veces. Impensadamente, cuando nadie se lo espera y como un golpe de fortuna que favorece al hombre de suerte, en momentos que diez minutos más o menos, podían significar que Zunino no hubiera subido al Brabham - Cosworth en el circuito de Montreal.
Como en tantas otras carreras de Fórmula Uno del año, Ricardo Zunino había llegado como simple espectador invitado por Bernie Ecclestone para compartir, aunque sea de civil, la vida interna del equipo Brabham.
Así, mientras se desarrollaba la primera práctica del viernes, entre los recovecos de la isla Notre Dame, Zunino se paseaba por el box de Brabham con el semblante sereno pero con una incógnita angustiante que lo carcomía justificadamente desde hace meses: ¿se iría finalmente Lauda de Brabham como se decía hace tiempo y podría concretar con Ecclestone el acuerdo prometido también desde hace tiempo?.
Escéptico, pocos minutos antes de iniciarse esa sesión matutina del viernes, Zunino le confiaba a Corsa que: "Aparentemente Lauda se queda en Brabham". Lo cual implicaba obviamente que Zunino debía esperar aún la confirmación de otra plaza en otro equipo. Y entretanto, Zunino seguía pensando en la carrera que tendría que correr el próximo fin de semana en Silverstone con el Arrows de Fórmula Uno Aurora.
"El jueves ya tengo que estar en Inglaterra -nos decía entonces- así que me quedo tres días en Nueva York después de esta carrera y vuelvo a Londres. La única macana es que en el apuro, al salir de Inglaterra, no tuve tiempo de hacer visar el pasaporte en el consulado norteamericano, así que lo tengo que hacer ahora mismo en el centro en Montreal porque mañana ya es sábado y el consulado local debe estar cerrado". ¿Vas a ir ahora entonces?.
"Sí, mejor me voy ya mismo para no perder tiempo. Total, calculo que en una hora estará todo listo". Y allí partió Zunino del circuito rumbo a la cercana estación de subte, que resulta el mejor medio de transporte para cruzar de la isla Notre Dame hacia el centro de la ciudad de Montreal.
Zunino en sus primeras vueltas del viernes se va al pasto en una de las chicanas, cuando estaba reconociendo el circuito y midiendo los lugares claves
La sorpresa estaba a la vuelta
A las doce y treinta, como siempre, debía comenzar la segunda práctica del día y la primera válida para la grilla de partida. Pero como el programa estaba ligeramente atrasado desde la mañana,
se decidió que la sesión comenzaría recién a las trece, para cerrar por lo tanto la jornada a las dos y media de la tarde.
Nadie debe agradecer tanto esa casualidad como Ricardo Zunino.
Los coches ya giraban en la pista. Villeneuve y Alan Jones producían los primeros asombros del fin de semana con sus tiempos, y en el box Brabham Niki Lauda permanecía en boxes con una inesperada complicación: un malestar estomacal tan molesto que fue suficiente como para que el austriaco decidiera abandonar la butaca de su auto y volverse al hotel.
Ante la eventualidad, un momento de incertidumbre en el box Brabham y de inmediato Bernie Ecclestone apeló a una solución de emergencia: "Que suba Ricardo".
Todas las miradas lo buscaron por los alrededores, pero Zunino no estaba. Alguien le informó a Ecclestone que todavía no había vuelto del consulado americano y el inefable Bernie produjo de inmediato uno de sus habituales golpes de escena: lo hizo llamar a Zunino por los parlantes del circuito para que se presentara lo antes posible en el box de Brabham.
Ajeno a todo, el sanjuanino volvía tranquilamente hacia el circuito sin imaginarse lo que estaba pasando y mientras tanto otro personaje de la curiosa historia sufría lo indecible frente al box de Brabham. Era Rupert Keegan. el compañero de Zunino en el equipo de Fórmula Aurora, que también merodeaba por los boxes de Montreal para mostrar su interés por ocupar algún puesto en la Fórmula Uno de 1980.
Al ver que Zunino no llegaba, Keegan vislumbró la increíble posibilidad de resultar elegido -aunque fuera por casualidad- para reemplazar a Niki Lauda. Pero Ecclestone prefirió esperar un tiempo prudencial. y de pronto apareció en el box Ricardo Zunino ya advertido de la situación y con la ansiedad que era previsible en un caso como éste.
Mientras Keegan evidenciaba en la cara su decepción, Zunino se calzaba apresuradamente toda la ropa de corredor de Niki Lauda, que por suerte no le quedaba muy despareja, y subía por fin al Brabham Ford ante un enorme revuelo de los periodistas que habían convergido al box de Brabham.
Entre ellos, varios periodistas extranjeros que parecían dudar en la autenticidad de todo el operativo, y que pensaban que todo estaba muy bien preparado por Ecclestone. Pero se convencieron de inmediato, al saber que efectivamente Zunino estaba en el centro de Montreal por un trámite y que por pocos minutos pudo perder la gran oportunidad de su vida.
Faltaban entonces veinte minutos y Zunino salió a la pista. Despacio, desde luego, conociendo por primera vez un nuevo auto en el peor circuito de todo el año, como para tomar contacto con un coche nuevo y probando, de todos modos, hacia el final, alguna frenada exigida como para saber a que atenerse en las pruebas del día siguiente.
Cuando finalmente terminó la práctica, todo el mundo se abalanzó para conocer sus primeras opiniones y entre ellos -en un gesto de los que merecen ser destacados- el propio Carlos Reutemann, que se abrazó con el colorado en el interior del box de Brabham.
Con una sonrisa muy auténtica -y Reutemann no es justamente de los que falsean sus expresiones faciales- el santafesino mostraba su alegría por el debut del Colorado.
"¿Sabés lo que significa debutar en estas condiciones?. El Colorado está contentísimo y si me hubiera pasado a mí, creo que estaría loco de la vida. Ahora no tiene que pensar más en nada. Tiene que irse a dormir con todas las sensaciones que lleva encima y mañana recién analizarlo con más tranquilidad. Qué momento inigualable para el Colorado".
Y Reutemann se volvió a su box para seguir con el trabajo de siempre después de haber conseguido, por su parte, un tiempo de gran valor sobre el viejo Lotus 79.
Para Zunino, en cambio, en esa media hora se había definido quizá todo su futuro. No sólo se le presentaba la inesperada posibilidad de debutar en Fórmula Uno, sino que, por otro lado, comenzaba a circular de inmediato una versión fundamental y con sólidas bases: que Niki Lauda no sólo dejaba la butaca por esta carrera, sino que se retira definitivamente del automovilismo. Lo cual aclara todo el confuso panorama en el equipo Brabham y comienza a definir el rompecabezas final sobre lo que será la Fórmula Uno en 1980.
¿Y si Zunino hubiera llegado diez minutos más tarde?. Inútil preguntarlo. Era su gran día y la cita lo esperaba aunque él todavía no lo supiera.
Germán Sopeña
Carlos Reutemann se acercó a felicitar a Ricardo Zunino (foto El Gráfico)
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Uno llega a Estados Unidos, se baja del avión, procura alquilar el auto más chico posible por hábito personal y por lo de la crisis energética y lo más chico que se ofrece es un Dodge Aspen "compacto", de apena
s cinco metros y medio, cambio automático, dirección hidráulica y suspensión a lo flan. Pues bien, en ese auto, el viernes a la noche, Ricardo Zunino recorría, junto a quien firma, los recovecos del circuito de Montreal tratando de memorizar, lo que apenas había visto horas antes en diez vueltas con el Brabham de Fórmula Uno que a la mañana manejaba Niki Lauda.
"Ni siquiera sabía para dónde había que doblar cuando salí a la pista por primera vez" confesaba entonces el "Colorado" mientras pasábamos una y otra vez por las chicanas y retomes, tratando de discernir lo que habría que hacer al día siguiente sobre el auto de carrera.
Esa frase de Zunino era apenas una más de una larga serie de relatos anecdóticos que rodearon a su imprevisto y brillante debut en Fórmula Uno. Pero lo más notable fue seguramente su corto diálogo con Bernie Ecclestone, cuando Zunino llegó al autódromo el viernes a mediodía sin saber que el box Brabham lo buscaba desesperadamente para cubrir la vacante creada por Niki Lauda.
Despreocupadamente, Zunino se acercó como siempre hasta el box Brabham y allí vió que un mecánico lo miraba con cara casi de asombro. -¿Qué pasa?-. Fue la lógica reacción del "Colorado". "Andá, que te busca urgente Bernie".
Zunino llegó de inmediato hacia el dinámico Ecclestone para preguntarle qué necesitaba. "Que manejes este auto" -indicó imperiosamente Bernie, señalando al vacío Brabham número 5. "Aunque pensándolo bien -prosiguió Ecclestone- Apenas quedan 30 minutos para el fin de la práctica. No sé si valdrá la pena ..." Zunino tragó saliva y respondió de inmediato. "Sí, sí, queda tiempo, bastante tiempo." Y ya estaba buscando desesperadamente un buzo y un casco para poder sentarse en el Brabham.
Todo era improvisado. Las botas de Niki Lauda eran dos números más grandes que las de Zunino y el taco y punta
eran una maniobra casi imposible. El casco le bailaba, la butaca era demasiado vertical. Pero Zunino hizo su trabajo y cuando terminó la práctica del viernes, en tres horas los mecánicos terminaron por adecuar elementalmente el auto a los requerimientos del "Colorado".
El sábado ya era otra cosa y Zunino obtuvo en seguida tiempos muy relevantes en la prueba no cronometrada de la mañana. Esos mismos tiempos los repitió el sábado a la tarde con gomas más bien duras, como para asegurarse un lugar en la grilla, ya que varios quedaban afuera y hacia el final de la práctica le calzaron un juego de gomas para clasificar. Pero ya no se podía intentar mucho más porque la pista se había cubierto de aceite, y de hecho casi nadie bajaba un solo tiempo más. Pero lo de Zunino había sido suficiente y se confirmó rotundamente el domingo con una carrera de gran factura.
El debut previsto para 1980 se adelantó en Canadá y Ricardo Zunino supo aprovechar la oportunidad sin desperdicio.
GERMAN SOPEÑA (Desde Montreal)