En una demostración de superioridad más clara que las muchas realizadas ya el año pasado, el equipo Williams inició el año 1981 con un espectacular 1-2 que lo vuelve a perfilar como gran candidato del torneo a pesar de los cambios reglamentarios. Piquet fue tercero, pero muy lejos. Decepciono Renault, sorprendieron las Ferrari, Patrese y Tambay. Andretti y Cheever, en impecable actuación. El caso Lotus y otros entretelones
¿Todo cambió para que todo quedara igual?. Después de tantos meses de suspenso, de tantos cambios reglamentarios y de tanta expectativa por la nueva Fórmula Uno 1981, la primera carrera del año nos muestra otra vez a los mismos tres nombres del Campeonato 1980 -Jones, Reutemann y Piquet- como si nada hubiera pasado desde la última carrera de 1980 hasta ahora.
Y sin embargo, esos seis meses de interrupción parecieron interminables merced a las discusiones entre la FISA y la FOCA, que finalmente provocaron un cambio de importancia en la situación técnica de la categoría. No más polleritas, gomas más angostas y, sobre todo, el retiro de Goodyear dejando todo en manos de Michelín, que apenas da abasto para proveer de caucho a todos los equipos. Las novedades eran muchas y por lo tanto existía una incertidumbre total en cuanto a lo que podría suceder en la primera carrera del año.
Ahora ya lo sabemos. Williams otra vez adelante en forma imperial, el Brabham de Piquet allí no más, al acecho, como para no darles respiro,y las jerarquías de la fórmula más o menos estabilizadas de acuerdo a lo que era habitual cuando se corría con polleritas.
Los tres días de carrera por las calles de Long Beach despejaron varias de las incógnitas que se planteaban hasta el domingo pasado y permitieron entrever lo único que era posible imaginar: que con o sin polleritas, los autos de F-1 colmarán con gran rapidez el handicap técnico que significa la supresión de las skirts, con lo cual en poco tiempo más estaremos casi al mismo nivel de performance que a fines del año pasado. En 1980, Nelson Piquet, ganando una carrera relativamente cómoda, tardó 23 segundos menos que Alan Jones (cómodo en la segunda parte de la carrera) para recorrer las 80 vueltas al circuito.
Primera vuelta, primera curva y el inevitable toque de todos los años. Esta vez los perjudicados fueron Prost y De Cesaris, que quedaron afuera
O sea, una pequeña diferencia de 3/10 de segundo por vuelta; muy poco como para decidir si los cambios reglamentarios han afectado en mucho a la Fórmula Uno. Es verdad que la lentitud del circuito de Long Beach no permite emitir todavía conclusiones definitivas, pero como dato indiscutible queda determinado que, con un poco más de trabajo y de puesta a punto, se llegaría a circular en el mismo ritmo en este mismo circuito.
En otro sentido, en cambio, también se pudo apreciar en Long Beach que la supresión de las polleritas emparejó en cierta medida el nivel de competitividad de varios chasis anteriormente considerados como integrantes de un definido segundo nivel. No fue el caso del Arrows, que sorprendió a todo el mundo logrando la pole position: sería injusto menospreciar así a un auto que en ese mismo trazado ya había andado muy bien el año pasado.
Pero autos como el Tyrrell de Cheever, el Theodore del excelente Tambay en su retorno, o el Ensign de Surer, desentonaron mucho menos que
en épocas anteriores y permitieron que sus pilotos alcanzaran al cabo de la carrera un resultado más que decoroso. Hubo, por lo tanto, menos diferencia total entre los primeros y los últimos,y en ese sentido la Fórmula Uno dio un paso adelante deportivamente, ayudada también, por el hecho de que todos los autos y pilotos dispusieron, por una vez, de gomas rigurosamente idénticas.
La nueva situación reglamentaria le cayó muy bien el Arrows y Patrese lo aprovechó. Hizo la pole y punteó más de 20 giros, pero ...
Pero hubo también un hecho menos grato y que marcó fundamentalmente el comienzo del campeonato 1981. Obviamente, nos estamos refiriendo a todo el escándalo suscitado por el Lotus 88, que culminó en la prohibición de correr para el revolucionario producto de Chapman y en una serie de opiniones divergentes entre los mismos constructores que no presagia nada bueno para el futuro inmediato de la Fórmula Uno, que parecía milagrosamente restablecida después de la guerra entre la FOCA y las autoridades legales.
Es imposible adoptar una posición definida asegurando que el Lotus 88 es absolutamente legal o, por el contrario, absolutamente ilegal. No lo puede hacer una comisión técnica (como no lo hizo en Long Beach), no lo pueden hacer los mismos diseñadores que disienten en sus apreciaciones y no lo puede hacer honestamente tampoco la prensa, ya que el problema es extremadamente complejo y lleno de ambigüedades reglamentarias que permiten cualquier interpretación.
Chapman, lógicamente, sostiene que el auto se ciñe a la letra del reglamento por cuanto es imposible diseñar pensando en el indefinido espíritu del mismo. Luego de todos los acontecimientos que se produjeron en Long Beach (que detallamos aparte), Chapman parece decidido continuar adelante con su apelación y asegura, convencido, que, no sólo no se prohíbe en ningún momento un auto con doble chasis, sino que si uno se atiene específicamente a la letra escrita, en la versión inglesa del reglamento se indica siempre "the chassis" cuando se habla de la estructura del auto.
El problema es que la palabra inglesa chassis no tiene plural, o sea que se escribe igual en singular o en plural y para colmo el artículo "the" (el o los, según el caso) también es siempre el mismo. Por lo tanto, según Chapman, cuando en el reglamento se habla de "the chassis" queda totalmente permitido pensar en uno o varios chasis.
Supongamos que el tribunal de apelación de la FIA (última instancia deportiva), que seguramente votará en contra del Lotus 88 ante la presión generalizada de los restantes constructores, decide finalmente que el auto es ilegal. En tal caso, Chapman prepara ya una venganza contra el próximo auto innovador que puede aparecer en la Fórmula Uno, que es el Williams de seis ruedas con cuatro motrices atrás.
Según Chapman, sí los reglamentos entienden que cuando se habla de chasis se entiende un solo chasis, del mismo modo cuando en las medidas técnicas se habla del eje trasero se escribe textualmente "the rear axie" o sea "el eje trasero", ya específicamente en singular, lo cual obliga a suponer que no se permitirían dos ejes traseros.
En resumen: el escándalo no terminó en Long Beach sino que recién empieza. Chapman defenderá hasta el fin a un auto que de todos modos difícilmente corra a pesar de lo ingenioso del sistema y las protestas y contraprotestas continuarán por largo tiempo, como si ya formaran parte de una característica central de la Fórmula Uno. Es lamentable, pero es así.
Guerra y el Osella de sus primeros pasos oficiales en F-1
Una carrera en dos partes
Vayamos ahora a lo más agradable. O sea lo que se vivió desde las dos a las cuatro de la tarde del domingo, bajo el apacible clima californiano. No faltó nada para que la carrera fuera completa, ni siquiera el ya infaltable incidente de la primera curva que este año fue menos espectacular que otras veces, pero que de todos modos dejó a dos autos fuera de carrera cuando apenas se habían recorrido unos pocos metros. Ese es el precio de una horquilla casi ridícula y ya parece casi imposible que todo un pelotón de F-1 pueda pasar por allí sin que haya inevitables toques entre gomas, trompas y alerones.
La sorpresa de ver a Patrese en la pole position agregaba un elemento de interés a la carrera, porque la lucha entre los Williams, los Brabham y las rejuvenecidas Ferrari podía verse complementada por la presencia de un luchador reconocido como Patrese entre los primeros lugares.
Reconocido también por su renuencia a dejar pasar a quienes lo acosan, Patrese partía esta vez justamente en la posición ideal para bloquear el paso de todos los demás con maniobras legales o de las otras. Pero no pudo evitar sin embargo que Gilles Villeneuve largara como una exhalación como dispuesto a cobrarse en 500 metros todos los sinsabores del año anterior.
Reutemann se tira a pasar a Patrese pero no puede. Una vuelta más tarde lo logró
Tanta vehemencia produjo lo que suele ser habitual y la Ferrari llegó a la primera curva totalmente cruzada, con las ruedas a punto de bloquearse y Villeneuve alargando desesperadamente la trayectoria para no entrar en trompo. Por adentro lo pasaron Patrese, Reutemann, Jones y Pironi, aunque de todos modos se habían vivido ciertos segundos de gran importancia emotiva: los del retorno de una Ferrari a la punta luego de un largo período de ausencia.
A partir de esa primera emoción, la carrera se estabilizó de inmediato y comenzó la primera parte intensa de un gran premio que tuvo dos secciones perfectamente diferenciadas. Primero, la de una lucha terrible entre Patrese, Reutemann y Jones, y luego el de la permanencia ya tranquila de Alan Jones en la punta circulando metódicamente hasta cruzar la bandera a cuadros ganando una vez más como supo hacerlo durante 1980.
Desde el punto de vista de la competición nos quedamos, sin duda, con las 30 primeras vueltas. Allí se vió todo lo que puede brindar la Fórmula Uno cuando varios autos andan parejos y el duelo inicial entre Patrese y Reutemann era uno de esos momentos que, si se prolongan hasta la última vuelta, conformarían la carrera ideal.
Los dos autos andaban prácticamente igual, la diferencia que los separaba era siempre la misma (tres o cuatro metros en las zonas de frenado) y poco más atrás circulaban Alan Jones con la ventaja de girar sólo pero sin poder descontar esa pequeña diferencia que los dos primeros le habían sacado al cabo de las primeras diez vueltas.
Eso no era todo. Atrás de los tres primeros, un verdadero tren de autos encabezado por Pironi reunía en pocos metros a Pironi, Piquet, Villeneuve, Cheever, Andretti y Laffite, que circulaban también casi trompa contra alerón trasero provocando varias frenadas de las que ponen los pelos de punta. Al poco rato se quedó Villeneuve traicionado por un semieje (a su vez traicionado seguramente por un exceso de Gilles), pero el resto de ese grupo seguía soldado entre sí como si la carrera se resolviera en la curva siguiente.
La secuencia del toque entre De Cesaris y Prost, que involucró también al Brabham de Rebaque
Pero volvamos a Patrese y Reutemann. Si por momentos el argentino parecía acercarse al Arrows, la sensación era que no había realmente una diferencia sustancial entre auto y auto o que acaso Reutemann mantenía una cierta expectativa en la primera parte de la carrera (que es una de las más largas del año en tiempo y en desgaste) para atacar a su turno, cuando los autos comienzan a descargar sus kilos de nafta y se ingresa al momento clave de un gran premio.
Así sucedió en efecto,y promediando la vuelta veinte se hizo evidente que Reutemann avanzaba sobre las posiciones del italiano. Sin sutilezas, Patrese osciló de lado a lado de la pista en las rectas para impedir el sobrepaso de Reutemann, pero el asedio se hizo imposible cuando el motor del Arrows comenzó a sufrir los primeros rateos de una bomba de nafta desfalleciente,y allí Reutemann pasó a comandar una carrera que se le abría por delante como la repetición ideal del
triunfo logrado en Sudáfrica hace poco más de un mes.
Un solo obstáculo le quedaba por delante. O por detrás, mejor dicho; se llamaba Alan Jones, lamentablemente rival pero compañero de equipo a la vez. Nunca se había dado en 1980 una situación similar, pero ahora se producía justamente que Reutemann (piloto número dos según lo declarado taxativamente por el propio Frank Williams a Corsa en Sudáfrica) se encontraba liderando la carrera con Alan Jones a sus espaldas y una distancia enorme entre ellos y el tercero, que a esa hora ya era Piquet. ¿Se daría una orden en boxes para que se respetaran las jerarquías y Reutemann dejara pasar a Jones? Para evitar las especulaciones, de entrada hay que aclararlo concretamente:
No hubo orden dictada por el box Williams para que Reutemann dejara pasar a Jones. El mismo Frank Williams, radiante después de la carrera, lo contaba en detalle: "no puse ninguna orden. Los
autos no circulaban pegados y no había riesgo alguno entre ellos como para necesitar una orden. Dejé simplemente que la carrera siguiera su curso. Luego Alan lo pasó a Carlos y se ubicó adelante y allí sí marqué que se mantuvieran las posiciones como se hizo hasta el final".
El cambio de posiciones se produjo por lo tanto como una incidencia más de carrera y le tocó a Reutemann sufrir en cierta manera un momento tan ingrato como el que él mismo le infligiera a Niki Lauda hace ya tres años en Brands Hatch, cuando lo pasó aprovechando el obstáculo que le planteó a Lauda un rezagado.
Andretti se sintió a gusto en el Alfa y arribó a un digno cuarto lugar. En cambio, Arnoux viajó atrasado con un Renault de pobre rendimiento
Eddie Cheever y Nelson Piquet, ambos animadores en Long Beach. El brasileño confirmó la vigencia del BT49 y Cheever "resucitó" a Tyrrell
Esta vez la circunstancia fue muy parecida, ya que Reutemann iba en punta, Jones a pocos metros y repentinamente se encontraron con Marc Surer que perdía una vuelta respecto a los punteros. Reutemann lo explicó con toda claridad luego de la carrera: "no hubo ninguna maniobra confusa entre Surer y yo. Creo simplemente que me desconcentré un momento y el auto se me fue, subiéndome al pianito, permitiendo que Jones pasara por ese agujero."
Un simple segundo de desconcentración que le costó un triunfo posible. Se comprendía así la cara de insatisfacción de Reutemann después de la carrera, a pesar de empezar el año con seis puntos de gran valor en su haber. Pero tres puntos por un segundo de debilidad pesan mucho y un piloto lo sabe mejor que nadie. Para colmo, luego de haber librado lo mejor de la batalla frente a un hombre tan difícil como Patrese, escapando a la vez de todas las trampas que acechan en Long Beach.
Por el contrario, la tarea de Jones fue en realidad menos difícil. No largó bien y quedó tercero sin estar en contacto directo con Patrese y Reutemann. Pero tampoco lo acosaba nadie de cerca y pudo así circular tranquilo esperando el momento con la ventaja de correr dominando la situación desde atrás. Se sabe que de todos modos Jones no es el piloto que gusta especular desde el fondo, sino que prefiere pasar lo antes posible a la punta.
Pero hubiera sido bastante difícil si Reutemann no sufría
ese deslizamiento exagerado en las eses y desde el momento en que el australiano se encontró en la punta la carrera tampoco exigió de él nada más que una circulación tranquila y metódica. Carrera impecable y nueve puntos incuestionables para reiniciar el año como Campeón del Mundo.
El pelotón del medio brindó una carrera aparte, en la cual es obligatorio detenerse en detalle, como no lo hace habitualmente la cámara de televisión, encandilada con los punteros. Entre las Ferrari, el Brabham de Piquet, la lucha feroz entre Cheever y Laffite (que finalizó en un violento toque del Ligier contra la cola del Tyrrell a raíz del cual el francés abandonó) y la marcha sólida de un Andretti feliz sobre el Alfa Romeo, ese grupo de escolta entregó momentos de gran nivel en las dos horas de carrera.
Finalmente prevaleció Piquet después de una durísima batalla con Pironí y por su lado Andretti hizo valer la velocidad de su Alfa en recta para superar definitivamente a Cheever. Pero todos ellos hicieron méritos más que suficientes para alcanzar los primeros puntos del año, tal como Patrick Tambay, que desde más atrás escaló posiciones con el sorprendente Theodore, haciendo gala de una agresividad más que destacable.
De aquí a Río, y luego a Buenos Aires, las condiciones variarán por completo en cuanto a circuitos. Pero los primeros datos de Long Beach indican que los aspirantes parecen ser los de siempre, aunque la rivalidad quizá sea mayor
porque puede haber más candidatos en cada carrera. Ese aspecto, al menos, fue lo positivo de Long Beach. Lo del Lotus 88, en cambio, seguirá en discusión.
Por Germán Sopeña
Notas Oscar Fittipaldi
Fotos G.S. y O.F. Radiofotos AP
Grata reaparición de Patrick Tambay con el Theodore. Luchó desde atrás y finalmente logró un excelente sexto lugar. El dúo promete ...
El equipo Osella en pleno en una de sus salidas conjuntas de boxes. Adelante Gabbiani, seguido por Guerra. Fue el viernes, decretando el debut oficial del argentino en la F-1
Carlos Reutemann y una pregunta que se hace el país
¿Que pasó?
La fulminante partida de Reutemann luego de Long Beach (de inmediato salió hacia el aeropuerto de Los Ángeles para capturar un vuelo inminente) impidió tener sus impresiones en detalle. Sin embargo, esto propició una alternativa distinta. A menudo, las respuestas de un piloto varían sensiblemente entre el momento en que se baja del auto y un par de días después de la carrera. Es lógico: el mayor margen da lugar a otra profundidad de reflexión. Se aquieta el ánimo, se acaba el bullicio, hay tiempo para el relax... y con él llegan nuevos datos y aportes a la mente.
De lo poco que se pudo extraer del santafesino en Long Beach, hubo una frase que marcó patéticamente "a priori" el problema clave que sufrió en la pista americana: "Creo simplemente que me desconcentré un momento y el auto se me fue, subiéndose al pianito y permitiendo que Jones pasara por ese agujero".
Terminante y honesta confesión que, sin embargo no escapaba del enunciado de párrafos antes. La salida de pista y la declaración posterior habían sucedido dentro del marco menos propicio rodeadas de vértigo y barullo.
Pero además de esa circunstancia clave, había otros "punta negros" que merecían atención. ¿Por qué tanta diferencia entre Reutemann y Jones en los primeros momentos de la carrera a favor del santafesino? ¿y qué pasó después con la tremenda arremetida de Jones? ¿cómo se explica que luego que Jones pasó a la punta, la situación se haya invertido totalmente a favor de éste?
Cuestiones, o distintos planteos por parte de los pilotos, y tratándose de dos hombres de similar rendimiento en pista, resultaba muy curioso que adoptaran dos actitudes tan disímiles.
Por eso, lo hablado con el santafesino la semana pasada ya en nuestro país, más tranquilo, con tiempo para la reflexión, adquiere ribetes de balance. Con toda la carga de reflexión que le conocemos y la agudeza crítica que siempre lo caracterizó.
"Mirá, realmente fue una situación algo confusa. Estuve pensando que es muy probable que poco antes del pianito haya habido arenilla o algo así, porque mi auto siguió derecho como venía. Surer no me molestó para nada cuando me fui, pero probablemente me paró algo cuando traté de reiniciar la marcha.
Respecto al rendimiento de los autos... bueno, en los primeros momentos de la carrera, Jones se quedó tranquilo y yo ataqué a Patrese, Seguramente, cuando él vió que el tráfico se aligeraba comenzó a apurarse. Cuando llegó a la punta y se escapó, la carrera estaba prácticamente definida. Los autos andaban iguales y era inútil tratar de volver a alcanzarlo..."
Las dudas de Long Beach quedaron de lado. Dos días después Carlos Reutemann había hecho su balance con tranquilidad.
Tres preguntas sobre el sorpasso Jones - Reutemann
¿Fue un error de Reutemann?
Jones y Reutemann en acción, con el argentino adelante
Sí. Una fracción de segundo de desconcentración, unos metros de más en su trayectoria, pero suficientes para que la carrera cambiara de dueño. No hubo causa mecánica que lo justificara sino que fue una clásica incidencia deportiva como las que se producen en gran cantidad durante una carrera.
El gran problema para Reutemann no fue el error en sí, sino que Alan Jones estaba allí, listo para aprovecharlo. Si Reutemann no hubiera estado acosado por el australiano, un error similar, habitual cuando se lucha con los rezagados, hubiera pasado prácticamente desapercibido. Pero como Jones circulaba a su cola cambió el destino de la carrera. En esos casos, la ventaja de ir atrás suele hacerse valer.
2) ¿Por qué Jones se acercó tan fácilmente a Reutemann una vez que desapareció del medio Riccardo Patrese?
La mejor respuesta corresponde al mismo Jones. "Como largué mal quedé tercero y Patrese y Carlos estaban en lucha por la punta, decidí no meterme en ese problema y dejarlos alejar un poco al principio para circular tranquilo. recibiendo aire fresco para mi motor y cuidando las gomas para más tarde. Me dije que recién comenzaría a atacar sobre la vuelta 20 y eso es lo que hice."
Efectivamente, a partir de allí el australiano comenzó a acercarse paulatina-mente al argentino hasta colocarse casi a su cola.
3) ¿Por qué se alejó tan fácilmente después, al tomar la punta?
En realidad, no había una diferencia fundamental entre ambos Williams como lo demuestran sus respectivos giros más veloces. Pero cuando un piloto pasa a comandar la carrera produce siempre en ese momento lo mejor de su esfuerzo, tratando de producir el agujero que lo asegure de cualquier sorpresa.
Al mismo tiempo. un piloto que viene de sufrir un incidente como el de Reutemann tiende naturalmente a perder un poco la concentración necesaria para mantener su ritmo anterior. Imperceptible, mínimo, pero suficiente para que Jones se alejara en la punta. Por otro lado, en esas nuevas circunstancias Reutemann sabia mejor que nadie que no podía ir a la lucha con su propio compañero de equipo.
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