En Buenos Aires Lawson y Pons ganaron en sus clases pero el país, con emoción, recobró un espectáculo único. Porque los cabildeos político organizativos que signaron la tensión que empañó a los días previos, en absoluto eclipsaron el despliegue de un espectáculo del mayor nivel. Alfonso Pons, vencedor de un carrerón de 250 y Eddie Lawson, finalmente cómodo entre las poderosas 500 pero resignando el subcampeonato ante el "showman" Mamola
Argentina concretó la recuperación de su Gran Premio de Motociclismo. Una conquista que demandó años de esfuerzos y trabajos. Obviamente no resultó un objetivo sencillo. Pero se consiguió tras recorrer un largo y difícil camino. Superando muchas etapas, y sorteando infinidad de obstáculos, que siempre suelen encontrar aquellos que hacen. Por la simple razón que resulta más fácil complicarlas que hacerlas.
El análisis muestra por un lado, con todas sus connotaciones lógicas, la parte eminentemente deportiva. Que nos dejó los triunfos de Eddie Lawson y Alfonso Pons como cierres de los torneos más interesantes del "Continental Circus". Ya hablaremos de ellos más adelante.

Eddie Lawson
Por otro lado, la trama institucional que en forma de un problema político envolvió las jornadas previas con un clima de confusión en el que algunos pretendieron ampararse para el logro de sus oscuros objetivos. Fueron tantos los hechos, situaciones y posturas, que no es fácil ordenarlos. Quizá para empezar a clarificarlos haya que recordar que tradicionalmente estas excursiones sudamericanas, y nunca han sido miradas con buenos ojos por el núcleo europeo. Por aquello de "lo lejos que queda" y por algunas que otras famas, que justificadas o no, hemos ganado.
Si a ello en este caso sumamos circunstancias deportivas, como dos campeonatos ya definidos, y de las otras, como complicaciones en los vuelos, demoras en la aduana: arribos tardíos de repuestos y neumáticos y un escenario que no tuvo una presentación acorde a la jerarquía del acontecimiento, tendremos ya los elementos para encender el fuego que derivo luego en esa hoguera en que pretendió convertirse todo por algo que vanamente intentó esconder un matiz político.

Primera vuelta de la final de 500 cm3. Lidera Lawson ya seguido por Gardner y Mamola. Notar las tribunas colmadas
Así, con un Gran Premio que nada definía, y donde algunos problemas de infraestructuras habían incentivado la escasa predisposición con que muchos encararon este compromiso, quedó abierto el terreno para utilizar esta ocasión como excusa para esa confrontación política que, al estilo FISA-FOCA en los primeros años de la década del ochenta, enfrenta a la Federación Internacional de Motociclismo por un lado, y la Internacional Racing Team Asociation (IRTA), entidad que agrupa a los equipos, por otro.
La iniciativa la tomo la IRTA, que según se comenta, viene desde hace tiempo ganando terreno en su poder de decisiones. Ya había dado una muestra meses atrás al cancelar el Gran Premio de Bélgica, y esta vez con su secretario Mike Trimbly quiso volver a medir fuerzas.

El español Pons en la Curva de la Confitería rumbo a su victoria
El "pasto" que necesitaban lo encontraron en todas esas cosas que en este Gran Premio no estaban como debían. Entre ellas, y agregándose a las ya mencionadas, el estado de la pista, muy sucio, que inicio la historia de cuestionamientos, que luego se traslado a la chicana, que hicieron modificar primero (por considerarla muy cerrada) y eliminar después al no fraguar convenientemente y en tiempo los trabajos hechos para su modificación.
Vino luego el cambio del circuito Nro 3 por el Nro 8, reemplazando la horquilla larga por la corta. Un cambio no exento de polémicas y discusiones que ya formaban parte de esta representación implementada para el logro de los otros objetivos, los políticos que se pretendían ocultar con cuestionamientos organizativos y deportivos, que ya no eran tantos. Las verdaderas intenciones de Trimbly, Mamola y algunos más quedaron en evidencia cuando tras los primeros entrenamientos sobre el circuito Nro 8, el silencio gano la pista al negarse los pilotos a salir a clasificar. ¿Por que?. No estaba muy claro.
El campeón saliente en 250 cm3, Carlos Alberto Lavado Jones
Algunos aducían peligrosidad del circuito, especialmente en sector de la horquilla corta que consideraban muy resbaloso, otros querían volver al trazado original. La lucha de intereses y conveniencias personales estaba en pleno apogeo. Era evidente entonces que los de Yamaha nada querían saber del trazado largo donde la potencia de las Honda se iba a sentir y mucho. Por su lado, los de Honda sentían que ese cambio, que habían aceptado, le daba a la competencia mayores posibilidades que las pocas que inicialmente tenían.
La situación alcanzó su punto culminante con la reunión de pilotos y jefes de equipo. Una reunión con un clima altamente tenso, donde se lo vio incluso a Randy Mamola subido a la mesa y arengando por la suspensión de la carrera. Una suspensión que automáticamente le daría el subcampeonato, sin necesidad de arriesgar en la pista...

Wayne Gardner superó a Lawson en determinado momento de la carrera pero sus gomas perdieron adherencia y quedó tercero
Las posiciones estuvieron muy encontradas y así se oyeron todo tipo de voces, como aquellas que argumentaban "Si corrimos en Salzburgring y Hockenheim, bien podemos correr acá" o esta otra que en clara alusión a la decisión de cambiar el circuito desafiaba "Si Wimmer eligió este circuito que corra él...".
Los tiempos se fueron acortando y esto favorecía a la posición de los rebeldes. El tema quedó entonces bajo la responsabilidad de los directores de equipos, que atinadamente y previendo futuras consecuencias (en caso de no correr habría confiscación de motos) no muy agradables para las fábricas, resolvían correr. "Ya estamos aquí y no tiene sentido volverse sin correr. Lo hemos hecho en lugares más peligrosos e inadecuados" comentó Giacomo Agostini.

Shunji Yatsushiro sobre su Honda 500 cm3. Fue cuarto detrás del trío dominador
Llegó la orden oficial de salir a la pista y una nueva actitud de rebeldía de los corredores, que influenciados por Mamola y Trimbly se quedaron en boxes. Allí apareció la firme actitud oficial que, cumplido el plazo otorgado a "las 500" se le diera lugar a "las 250". Bastó que Carlos Lavado saliese a pista para que el resto lo imitase. Ya el ruido había dejado atrás a las palabras.
Tanto que el propio Mike Trimbly, al promediar la tarea de la 250, pidió que se le permitiese a la categoría mayor salir a girar. Intento recuperar la tanda perdida, pero otra vez la férrea posición del Jurado lo llamó a la realidad. "La primera tanda la tienen perdida. Nadie salió a la pista. Ahora si quiere hagan la segunda o nada" enfatizo con firmeza Juan Álvarez, director de la carrera. Y una a una las motos grandes fueron saliendo a la pista.

Un momento clave en la definición de la categoría 250 cm3. Loris Reggiani comienza a caerse con la Aprilia y "Sito" Pons se apresta para tomar la punta. Más atrás se lo ve a Dominique Sarron finalmente segundo
Ya cada uno conocía el límite de sus fuerzas de esta guerra política que así tocaba a su fin,
al menos, en este Gran Premio de la República Argentina. Que se prestó para eso, por algunas fallas propias y fundamentalmente por no tener nada que definir, ya que como bien comentó un colega español "Si aquí hubiese títulos en juego, corrían hasta sobre las piedras...".
Y ahora sí, el lugar a la parte estrictamente deportiva. Ese que desde la media tarde del viernes ocupo con exclusividad las atenciones. Y que el domingo respondió a la gran expectativa de esa multitud que colmó el Autódromo con un espectáculo de primer nivel que se tradujo en dos interesantes carreras. Una, la de 250, un verdadero carrerón. La otra, la de 500, sin tanta espectacularidad, pero con el interés de esa remontada de Mamola que lo permitió atrapar el subcampeonato.

Esto ocurría cuando Wayne Gardner soltaba los caballos de su Honda NSR500 en la recta principal
Empecemos con la 250. Seguramente la del mejor recuerdo en todos. Por un trámite vibrante de principio a fin, con una decena de motos peleando las posiciones de privilegio y un liderazgo que cambió incontables veces de mano. Así estuvieron al frente Dominique Sarron, "Sito" Pons, el japonés Masahiro, una gran revelación en la que fue su segunda carrera mundial, Loris Reggiani, Luca Cadalora. Y al acecho listos para aprovechar el menor descuido, los alemanes Roth y Wimmer y los españoles Cardus y Garriga.
Las esperanzas de Reggiani se diluyeron en una caída, las de Wimmer por una falla en el motor, y entonces quedaron Sarron, Pons, Masahiro y Cadalora para la gran definición. Pareció que podía ser para Cadalora, autor de una gran actuación. Pero una vez más en esta temporada la inexperiencia le jugo una mala pasada al italiano esta vez a la hora de pasar rezagados. Ahí lo desbordó el trío terrible de Pons-Sarron-Masahiro y la viveza y astucia del español para jugarse en el momento oportuno y cuidar luego su posición, marcaron el desequilibrio ínfimo que lo llevo al triunfo.

Randy Mamola en una de sus espectaculares muestras de dominio de una moto
El momento del gran broche final, con la presencia de la clase 500 cm3. Y tras una frustrada primera largada, por un error del director de la carrera, Juan Álvarez, al pulsar el semáforo incoordinadamente con la actitud de los banderilleros en pista, se abrió el camino para la cabalgata triunfal de Eddie Lawson. Una carrera que solo conoció un intervalo, en la cuarta vuelta cuando a la salida de la "Curva de la Confitería" su moto se movió mas de lo normal, y Wayne Gardner aprovechó para poner la Honda delante. No por mucho tiempo, ya que un par de giros mas tarde, la Yamaha roja y blanca, con mayor estabilidad y velocidad, se fue otra vez adelante, buscando la bandera a cuadros.

La caída de Rene Zanatta el sábado, que complicó al rafaelino. La foto fue tomada instantes después que la moto pegó en su cabeza
Esta entrega de la 500 no tuvo la espectacularidad esperada. Pero contó con su cuota de interés con la persecución que Mamola hizo de Gardner, y al mismo tiempo de un subcampeonato que parecía escapársele. Su aproximación entusiasmó a todos y cuando Randy la concretó con éxito, a cuatro giros y con el neumático trasero de había cumplido largamente vida útil, las tribunas estallaron en una ovación. Paradójicamente saludando a quien había sido uno de los promotores para que ese mismo público viese frustrada la fiesta que le propuso este Mundial de Motociclismo.
Así transitó este recuperado Gran Premio de la República Argentina. Con aciertos y errores. Con cosas buenas y de las otras, que merecerán próximamente un análisis más amplio. Pero sobre todas las cosas, con el saldo positivo de haber salido adelante por encima los contratiempos. Eso vale mucho.

Reinhold Roth consiguió el subcampeonato mundial pese a finalizar con problemas en la caja
Los argentinos
Indudablemente las mayores esperanzas que tenían los argentinos estaban en René Zanatta y Sergio Grantón, ninguno de los cuales pudo largar por distintas circunstancias.
El rafaelino se complicó con la caída sufrida el sábado en la última tanda clasificatoria, la cual dejó a Yamaha maltrecha y al piloto con algunos golpes en la cadera. En tanques llenos, la tercera marcha se rompió, como consecuencia del golpe sabatino, y allí comenzó el arduo trabajo de su equipo para reemplazarla. Lamentablemente, la nueva caja que le prestaron no andaba bien, y ahí se terminó su carrera. "Ni siquiera bajamos la moto del caballete -acotaba René- esto es así. Pensaba estar un poco más adelante, pero justo cuando había bajado en casi dos segundos uno de los tiempos de la mañana, ocurrió la caída y ahí se complicó todo".

Niail McKenzie adelante de Mike Baldwin y Raymond Roche en un pasaje de la final de 500 cm3
Por su parte Sergio Grantón se golpeo levemente los codos al caerse en la "curva de la confitería" en la vuelta previa. El entrerriano decía luego de la carrera: "Es la primera vez que quedo 'groggy' de un porrazo, y andando despacio. La moto hizo un trompo, me despidió y cuando caí pegué con la nuca".
Finalmente, y luego de todas las peripecias sufridas por los argentinos, Alfredo Ríos, que antes de largar comentaba que se contentaba con llegar hasta el final, rompió el motor el sábado y ni siquiera se pudo dar el gusto de terminar pues rompió la palanca de cambios y la caja se quedó trabada en cuarta.
Oscar Cobas clasificó bien, con una Yamaha modelo '83 pero una calda el domingo a la mañana apenas le dio tiempo para poner en orden la moto. En la final terminó 23° con cuatro vueltas menos y algo falto de ritmo.

Raymond Roche con la Cagiva reboleando la pierna derecha en la desembocadura de la recta principal
Claudio Incorvaia no pudo largar, ya que quedo ultimo en la clasificación luego de sufrir una calda muy violenta en la curva de Ascari que lo dejo muy dolorido.
Francisco Incorvaia fue muy directo en su declaración: "A mí se me rompió la válvula de escape, pero ¿qué querés?... a esta edad gracias a Dios que pude correr". Recordando que Incorvaia tiene 51 años, se deduce que es muy cierto lo que mencionó, y hasta se dio el gusto de finalizar la carrera.
Ricardo Blanco trabajó
mucho en su Yamaha, pero el comando de la válvula de escape lo dejó sin la posibilidad de seguir en la pista.
En definitiva, el mejor representante nacional fue Raúl Piloni, un hombre de 30 años oriundo de Concepción del Uruguay, con una Honda. Corre desde hace dos temporadas en velocidad y lo hizo en Entre Ríos en los zonales de tierra desde 1981. "Tuve un problema con la palanca de cambios, mi moto estaba andando en los tiempos lógicos, y por la mañana no pude entrenar debido a que patinaba el embrague. Esto es algo muy importante para mí, y Antonio Cobas me invitó a correr el 'Super Prestigio', una carrera que se hace en España con algunos invitados de todo el mundo. Tengo muchas ganas de ir, veremos qué pasa. Ahora me dedicaré a juntar lo que nos falta a todos nosotros: plata".
Por Mario Armas, Marcelo Padin, Fernando Miranda, Silvia Arias y Oscar Izzo
Fotos Juano Fernández, Carlos Ocampos, Armando Rivas, Christian Frolich, Héctor Campo, Enrique Perrupato, Miguel Tillous y Alberto Falcón
