Como era de prever, fue un final dramático. Pero no por la lucha en la pista que todos esperaban ver, sino por la impotencia con que Carlos Alberto Reutemann debió afrontar el hecho de que Nelson Piquet le arrebatara el título por el que tanto había luchado todo el año. La carrera la ganó Jones, pero con ciertas actitudes y entretelones que aquí explicamos, perdió el automovilismo
Quedó una sensación amarga en el aire de Las Vegas después de la terrible definición del campeonato. No por el triunfo de Piquet, feliz depositario del titulo luego de una carrera muy bien resuelta por el brasileño a pesar de sus problemas físicos. Pero si por la dramática impotencia de Reutemann para defender su campeonato -luchando en la pista con una caja en la que no entraban los cambios-, a la que se sumaba la impresionante indiferencia del team Williams frente al desenlace que se estaba produciendo delante de sus propios ojos.
Como si se tratara de una simple carrera más, cuando cayó la bandera a cuadros todo el equipo festejó como siempre el paso triunfal de Atan Jones y no pareció sufrir en lo más mínimo la pérdida del campeonato mundial que pasaba por un solo punto a manos del archirrival Nelson Piquet.
La sensación de amargura de la que hablamos no era patrimonio exclusivo del numeroso grupo de argentinos presente en Las Vegas. Era, en cambio, una impresión generalizada en la gran mayoría de los habitués de todas las nacionalidades que forman el mundo de la Fórmula Uno, y para quienes habla ciertamente algo de injusto y de entristecedor en el final del campeonato 1981.
Así, por ejemplo, dos colegas franceses que con la mayor buena fe del mundo se acercaron al final de la carrera a palmear amistosamente a Charles C. Stuart diciéndole "Qué mala suerte lo de Reutemann", quedaron totalmente impresionados al escuchar de labios de Stuart una sonriente respuesta diciendo:
"¿Por qué mala suerte?, Reutemann no se merecía ganar el campeonato. No lo ganó. Es todo".
Y esos dos mismos colegas, instantes después, escuchaban de boca del sarcástico Patrick Head una frase lapidaria: "La caja de Reutemann está intacta. Lo que le pasó a Carlos fue fatiga física." Un argumento sin asidero,porque un piloto no comienza a perder segundos por fatiga en la segunda vuelta, y porque toda la Fórmula Uno sabe a la perfección que Reutemann es justamente uno de los pilotos mejor preparados físicamente -si no el mejor- para hacer frente a los circuitos especialmente cansadores.
El momento culminante de la definición del campeonato. En la última curva del circuito, Nelson Piquet supera a Carlos Reutemann
La conclusión generalizada es por lo tanto muy simple: Williams le hizo pagar por fin a Reutemann la famosa victoria de Río de Janeiro. A costa de un campeonato, pero sin que eso provoque un gran escozor en el equipo inglés. Parece absurdo pero es una parte importante de la definición que se vivió en Las Vegas.
Seria más grave e imposible de probar, adoptar la hipótesis de una sabotaje mecánico que no pocos argentinos esbozaban el sábado a la tarde en Las Vegas como un escape emocional para la frustración del momento.
No hay que caer en ese recurso fácil porque seria desconocer que a pesar de todo lo sucedido, Carlos Reutemann sumó una enorme cantidad de puntos en 1981 gracias al rendimiento del equipo Williams y que estuvo a punto de ser campeón aunque fuera el piloto número dos. Pero la regla indica que un piloto número dos jamás sale campeón, y -desgracia para Reutemann- la ley se cumplió inexorablemente justo el último día.
La caja del auto de Reutemann no llevaba por lo tanto un pedazo de metal "olvidado" que rompió los engranajes como si fuera una película de mal gusto.
Pero es cierto que aun en Las Vegas, día de campeonato, el equipo Williams trabajaba para que Jones ganara la carrera, dejando como segunda prioridad al auto del piloto número dos. Nelson Piquet, indiscutible número uno del team Brabham, tuvo todo en las manos para aprovechar esa última ocasión.
El banderazo acaba de saludar el triunfo de Jones, y su team en pleno, llamativamente eufórico pese a la frustración de Reutemann, festeja
El destino se jugó en Las Vegas
Varias veces durante el fin de semana, Carlos Reutemann se refería al posible resultado de la carrera, definiendo que "Las Vegas será como las ruletas de sus casinos. Puede pasar cualquier cosa". Circuito nuevo, peligroso por sus curvas ciegas y por sus características de trazado callejero, Las Vegas planteaba en efecto una cantidad de incógnitas que la hacían mucho más imprevisible que una carrera habitual. Y la evolución de los cuatro días interminables en los cuales se definía el campeonato, también fue mostrando una perspectiva tan cambiante como la de las obsesivas máquinas de juego que son la razón de la existencia de esa ciudad en el desierto.
Todo parecía a favor de Reutemann al comienzo. El Williams no sólo lucía mejor adaptado al circuito que su rival directo, el Brabham de Piquet; para agravar la situación del brasileño, su estado físico lo tuvo a mal traer por varias razones (trastornos gástricos, dolor en el cuello y en la espalda), obligándolo a veces a terminar por anticipado las prácticas para sumergirse en una sala de masajes de ese monumento al absurdo que es el hotel Caesars Palace.
El violento "fuori pista" de Villeneuve durante el jueves. Luego de bajarse, el inefable canadiense sacó la maraña de alambres en la cual había quedado su Ferrari y retornó con ella lo más campante hacia boxes
Peor le iba sin embargo al tercer rival en discordia Jacques Laffite. Su ya habitual rechazo hacia el trabajo de puesta a punto en los días de clasificación no le permitió encaramarse a una posición de largada razonable como para amenazar a Reutemann o Piquet.
Por su parte, la pista de Las Vegas -muy bien hecha en general aunque los organizadores se mostraron reticentes a corregir los pocos errores que señalaban los pilotos- se reveló más veloz de lo que se imaginaba originalmente, y tanto los Renault como las Ferrari podían aprovechar en gran medida la ventaja de sus motores turbo, colocándose así en posición más que digna en el orden de largada, como para indicar definitivamente que 1982 tiene que ser al fin y al cabo el año de los turbo.
Un pasaje del "match" que en los primeros tramos ofrecieron Villeneuve, Giacomelli por el tercer lugar, con Jones y Piquet escapándoseles. La lucha entre ambos (seguidos en la escena por Laffite y Watson) alcanzó nivel atractivo, pero no duró mucho. Sólo el Alfa llegó (3ero) al final
Luego estaba la incógnita de los neumáticos, una vez más factores decisivos en un circuito desconocido, caluroso el día de la carrera y con demasiadas curvas cerradas como para no temer al desgaste prematuro de las gomas de carrera.
Luego de los fracasos de las últimas carreras, Goodyear habla preparado especialmente su jornada final de 1981, y no sólo gozó de ventaja relativa en los días de clasificación -en colaboración con el excepcional rendimiento de los Williams- sino que confirmó rotundamente la buena elección de unas gomas más duras que nunca al ganar el día de la carrera, mientras Michelín sufría una enorme cantidad de paradas en boxes por los excesivos riesgos que habian tomado la mayoría de sus equipos al largar con gomas más bien blandas.
Goodyear llevó a Las Vegas dos compuestos más duros que el conocido tipo "A", y a falta de letras previas para clasificar su dureza se los llamaba directamente "Doble A" o "Triple A", entendiéndose así que el "AAA" era el más duro de todos.
Al cabo de todas las pruebas de los días de clasificación, y de la prueba de tanques llenos del sábado a la mañana, los equipos Williams y Brabham eligieron dos opciones mixtas -"AAA" en la trasera derecha y "AA" en las tres restantes en los dos Williams, y dos "AAA" en el costado derecho y dos "AA" en el costado izquierdo en el caso del Brabham -con un criterio más bien conservador que fue sin duda el correcto-, ya que de sus rivales de gomas radiales sólo Bruno Giacomelli llegó en impecables condiciones por haber optado por una solución más dura -el compuesto 701- mientras que Prost o Laffite, que estuvieron segundo y tercero respectivamente en la primera parte de la carrera tenían que entrar a boxes para cambiar las erróneas 707 elegidas contra la opinión de la propia gente de Michelín Prost, a pesar de la parada, logró recuperar en gran tarea y fue finalmente segundo, pero a casi medio minuto de un Alan Jones que tras ganar limpiamente la primera curva en posición de líder no tuvo nunca más un problema para despedirse de la actividad con un triunfo. Si es que realmente se despide...
La largada, con Jones ganando la punta seguido de Reutemann (sesgando su línea), Prost, Giacomelli y Piquet
Desilusión desde el comienzo
¿Por qué Reutemann largó por el lado exterior cuando podía elegir su lugar a voluntad como dueño de la pole position? La posición en la grilla de partida no dejaba de parecer extraña aunque Reutemann lo explicaba detalladamente: "La pista tenía más goma depositada en el costado externo, o sea sobre la trayectoria ideal, y por eso preferí largar de ese costado para aprovechar al máximo la mejor adherencia sobre ese piso".
El riesgo era grande sin embargo, porque a pesar de largar en forma desplazada, la cuerda quedaba abierta para que Alan Jones saltara a la primera posición ante el menor resquicio de una oportunidad.
La dirección de la prueba indicó de todos modos que seria excepcionalmente rígida con la maniobra de largada, penalizando no sólo a quien se adelantara a la luz verde sino también a los pilotos que no respetaran el lugar asignado en el asfalto y que colocara al auto en diagonal, listos para arrancar en forma oblicua y colarse por el eventual agujero que quedara adelante.
La rigidez de los comisarios deportivos se evidenció ni bien Gilles Villeneuve colocó a su auto en posición más o menos discutible (con dos ruedas afuera de la marca pintada en el piso), puesto que sin más trámite lo descalificaron de la competencia ordenando su retiro y arruinando lo que podía ser una buena carrera de Gilles, situado segundo en el momento de llegar a la riesgosa primera curva donde sin embargo no pasó nada anormal. Jones dobló adelante, Villeneuve y Prost superaron también la línea de Reutemann, y al encolumnarse la fila india quedaban ordenados Jones, Villeneuve, Prost, Reutemann, Watson, Laffite, Giacomelli, Piquet, Andretti y Arnoux en la lucha por los primeros puestos.
Jacques Laffite y su Ligier no se encontraron a gusto en el trazado de Las Vegas durante los días previos quedando en sexta fila para largar
Rápidamente se vio sin embargo que Reutemann no podía mantener el ritmo de ese pelotón, y que sucesivamente perdía posiciones hasta quedar justo delante de Nelson Piquet, como si la carrera aparte que mantenían los dos los hubiera reunido a propósito.
Perseguidos de cerca por Andretti, Reutemann y Piquet circularon así durante varias vueltas a ritmo similar, evidentemente más lentos que Jones que se escapaba a voluntad, pero manteniéndose de todos modos en una lucha personal que duró varias vueltas.
Durante un rato pareció que ninguno de los dos podía hacer mucho por modificar la situación, pero poco después se pudo apreciar que era Piquet el que atacaba la posición de Reutemann y que el Williams tenía que hacer maniobras más bien extrañas al llegar a cada frenada, síntoma evidente de algún problema mecánico fácilmente imaginable: freno o caja. Era la caja, donde resultaba difícil enganchar segunda, tercera y cuarta -exactamente lo que Reutemann había definido como el problema más probable que planteaba Las Vegas-, lo que lo obligaba a tomar una excesiva precaución en su maniobra de frenada.
Piquet lo había advertido mejor que nadie y simplemente esperó el mejor momento para pasar sin peligros, dando así el vuelco definitivo al Campeonato Mundial 1981 cuando emparejó la línea del Williams número dos antes de la frenada de la curva previa a boxes.
Al superar a Reutemann ocupando un puesto puntable, Nelson Piquet era ya automáticamente el nuevo líder del campeonato, y aunque todavía faltara la mayor parte de una carrera larga y extenuante, ya se hacía evidente que las circunstancias de la misma indicaban a Nelson Piquet como futuro campeón, salvo que un imprevisto como el de Monza diera vuelta el resultado.
Uno de los últimos tanteos de Piquet previo al sorpasso definitivo... El brasileño ya advertía los problemas de Reutemann. También Andretti
El brasileño, con enorme precaución se limitó entonces a circular con tranquilidad y sin preocuparse en lo más mínimo por ganar nuevos puestos, dejando pasar a quienes lo amenazaban y sufriendo por lo tanto un curiosos sube y baja en las posiciones.
Piquet llegó a estar tercero cuando el aluvión de paradas de los autos con Michelín le abrió el camino, y perdió luego otra vez dos puestos, superado por Giacomelli (que se había retrasado por dos trompos pero nunca paró en boxes) y por Nigel Mansell que avanzó regularmente desde atrás. Su planteo inteligente se limitaba a cuida el campeonato, y la dificultad mecánica del auto de Reutemann perdido allá en el fondo facilitaba en forma impensada todos sus planes.
La desilusión de perder un campeonato sin poder defenderlo correctamente no podía ser mayor para Carlos Reutemann.
Escena que en el tiempo se convertirá en típica: los F1 con el marco del Casino Sands de Las Vegas. Primer plano para Piquet, quien no estuvo muy feliz en clasificación. Sufrió numerosos problemas estomacales y quedó 4to
Jones, eufórico; Piquet, agotado; Reutemann, resignado
Luego de tantas peripecias, el final fue en cambio el que se preveía desde las primeras vueltas. Jones ganó sin un problema, fue saludado por su box como si fuera el campeón y llegó luego a la sala de prensa del circuito saboreando su victoria como nunca.
El australiano sin embargo adoptó una actitud francamente criticable al calificar de "maravilloso" ("wonderful", según sus propias palabras) el momento en el cual le sacó una vuelta a Reutemann, sabiendo además que su compañero de equipo perdía el campeonato mundial.
Así como otras veces hemos definido la sinceridad casi brutal del australiano, en este caso la sinceridad indiscutible de ese "wonderful" revelaba una posición muy poco deportiva frente al rival disminuido mecánicamente.
Herido profundamente por el público argentino en Buenos Aires, Alan Jones encontró su venganza en el Gran Premio de Las Vegas. Pero no le hace ningún honor manifestar tranquilamente una alegría vengativa sabiendo que Reutemann había perdido el titulo por una falla mecánica y no por una lucha franca frente a su rival de todo el año. Jones dijo lo que pensaba. Pero lo que pensaba estaba fundamentalmente mal, originado en un resentimiento de bajo nivel y no en una actitud de dignidad deportiva.
Nelson Piquet en cambio apenas si logró bajarse del auto. Fatigado casi hasta el límite, Piquet quiso escapar de una multitud brasileña que lo palmeaba, y tras correr cien metros rumbo a su box, el brasileño cayó redondo al suelo y tuvo que ser llevado a la enfermería. Todos sus problemas físicos del fin de semana hablan llegado a su fin, pero ni siquiera la alegría de campeonato pudo evitar el derrumbe por pocos minutos.
Por cierto que tendrá tiempo para recuperarse y gozar plenamente de su gran revancha por lo que habla perdido en 1980. ¿Y Reutemann? Conmovedora situación la del argentino, que era sin duda el candidato emocional de toda la categoría y símbolo de las carreras de Fórmula Uno desde hace diez años, Reutemann es el único grande de la última década a quien le faltaba coronarse campeón.
Ya parecía que 1981 podría recompensar por fin esa larga búsqueda, pero las últimas dos horas de carrera del año indicaron que no, como si Reutemann estuviera marcado por ese destino ingrato de otros grandes casos de eterna postergación cuyo símbolo en una época fue Stirling Moss, eterno subcampeón.
Con admirable dignidad, Reutemann se colocó a la altura de las circunstancias y brindó, en media hora de diálogo con la prensa, una perfecta demostración de mesura y serenidad.
El campeonato se perdió. Quizá fue la última chance. Era sin duda el momento más decepcionante de su carrera. Pero hubo una distancia sideral entre su actitud de serenidad emocional frente a la euforia elemental de Jones o la indiferencia absoluta del equipo Williams. Se suele ser grande en los triunfos. Reutemann supo sin embargo ser grande en el momento de su peor derrota.
Por Germán Sopeña. Notas Alberto Del Priore
Fotos Antonio Capria, G.S. y A.D.P.
Reutemann en el día más amargo de su carrera
"Era ahora o nunca"
Acaba de terminar la carrera y Reutemann se retira de los boxes perseguido por varios periodistas. En su cara se advierte un gesto de dolor
Una hora después de culminada una carrera que se había convertido en uno de los momentos más amargos de su vida, Carlos Reutemann propició la conferencia de prensa más emotiva de su carrera. Sereno, franco, decepcionado, pero por sobre todas las cosas digno, reveló con absoluta franqueza los pormenores de la instancia decisiva y evaluó aspectos de su relación con el equipo. A modo de cierre, también elaboró una patética confesión: "No sé qué haré en 1982. No estoy cansado, pero veremos cómo reacciono en los próximos días. No está excluido que me pueda retirar..."
"Yo creo que a mi edad una chance similar para ganar el campeonato del mundo no se presenta más. Nunca hice un esfuerzo tan grande como el de este año y creo que más no podía hacer. No lo puedo negar: es un día muy triste para mí".
Hablando suavemente, sin traslucir en la inflexión de la voz todo lo que significaban esas palabras, Carlos Reutemann brindó el sábado por la tarde, una hora después de la carrera que le birló el campeonato, la conferencia de prensa más espontánea y más emotiva que hayamos visto a lo largo de toda su carrera.
También, por sobre todo, la de mayor estatura de gran figura justo en el momento en el cual Reutemann se sentía lógicamente bajo el efecto de la peor decepción de sus 16 años de corredor.
No se traicionó ni una vez, no acusó a nadie en particular y señaló simplemente que el equipo Williams y él mismo eran dos personalidades distintas, aunque no pueda decir todavía si la etapa Williams ha terminado definitivamente para él.
Habló sobre el problema del auto en la carrera de Las Vegas, sobre su forma técnica de trabajar o sobre los quince años que dedicó al objetivo de llegar a ser campeón mundial, pese a lo cual aún no está cansado. Todo sin elevar nunca la voz, con una suave sonrisa y con absoluta franqueza. Gracias a esa actitud de gran dignidad personal, Reutemann escapó así a la categoría harto difundida del "campeón moral" con el cual se procura consolar al perdedor de un momento.
No hay ganadores morales: hay un campeón y un subcampeón, aunque los separe un punto. La dimensión de gran figura no depende en cambio matemáticamente del puntaje. Es una función de la persona en sí. A lo largo de muchos años y en ese momento de derrota, Reutemann se ganó mejor que nunca ese rol de gran figura.
Lo que dijo ha sido suficientemente retomado por todos los medios escritos, hablados y televisados de la Argentina. Vale la pena, de todos modos, resumir algunos de sus conceptos.
"En el momento de ir hacia la largada noté ya que estaba muy duro cambiar a segunda, tercera y cuarta. Pero a la vez el auto tenía un extraño comportamiento subvirante en las curvas hacia la izquierda. Era tanto, que en la misma línea de largada desmontamos el cockpit para verificar si a lo mejor había un espiral mal montado en el soporte. Pero no se pudo descubrir la causa y a lo mejor era algo propio de las gomas, aunque mi auto estaba exactamente igual al de Jones excepto en los espirales, que eran de distinta carga.
Jones tenia espirales de 2500 libras en todo el auto y yo de 3000 atrás. Pero el gran problema fue la caja. Desde la largada ya tenía problemas y saltaban los cambios tres o cuatro veces por vuelta."
"En el equipo Williams somos dos pilotos totalmente diferentes, con personalidades opuestas y no hay forma que podamos congeniar verdaderamente. No tengo "encaje" con la parte técnica porque parece que no están satisfechos con la manera en la cual yo encaro las cosas.
A mí, por ejemplo, nunca me gustó trabajar con un auto y un muletto. Sobre todo por los neumáticos, porque hay que estar muy seguro de lo que se hace en un auto y uno cambia demasiadas cosas, va y viene entre un auto y otro y eso confunde un poco.
Separadamente, el equipo Williams siempre trabajó para Alan Jones tal como lo dice el contrato que lo ubica a él como número uno y a mí como número dos, y eso fue así desde la primera carrera del año hasta la última.
El viernes pasado, hubo un momento en el "briefing" del equipo en la casa rodante en el cual pasaron exactamente 21 minutos, en los cuales no se me preguntó ni una sola cosa, como si yo no existiera, aunque hubiera marcado la pole position. En ese momento me daban ganas de agarrar el bolso y volverme al hotel porque parecía que yo no tenia nada que hacer allí.
Por otro lado, debo reconocer que yo tenía un motor muy bueno aquí en Las Vegas, los mecánicos son muy buenos, pero el "feeling" del equipo siempre fue negativo hacia mi."
"No sé qué hará Williams, veremos en los próximos días. De todos modos,si se quedara Jones como se rumorea, yo no me quedo en Williams. Aparte de eso, Frank debe haber hablado con media docena de posibles pilotos y seguro que va a tener un buen equipo en 1982. Veremos qué sucede en los próximos días.
En el fondo creo que Frank Williams tiene un buen respeto por mí como piloto, pero creo que también tiene sus dudas. Y me parece que en los momentos decisivos Frank no toma solo sus decisiones. Hubo una ocasión en Alemania donde había una diferencia exorbitante a mi favor y pasó lo que todos sabemos."
"No sé qué haré en 1982. No estoy cansado pero veremos cómo reacciono en los próximos días. No está excluido que me pueda retirar".
Reutemann reafirmó su "decisión de ser campeón" con un registro de excepción que le valió la pole position. Piquet y Laffite, sus rivales directos, no rayaron al mismo nivel
Al día siguiente tomó el avión de retorno a su casa en Francia, para retirarse a esos días de reflexión que suelen ser tan ingratos cuando suceden a una frustración semejante.
El final de campeonato compromete incluso el futuro de Reutemann en la Fórmula Uno no tanto por su sensación personal sino por la dificultad de encontrar un buen lugar libre.
Repentinamente, si Alan Jones confirma ese insistente rumor según el cual darla marcha atrás en su idea de retirarse, las puertas de Williams quedarían definitivamente cerradas para Reutemann. Pero en el caso de confirmarse esa eventualidad también sería casi imposible que se concretara un acuerdo entre Williams y Lauda, por lo cual el austriaco terminaría por dar su acuerdo al equipo McLaren, cerrando también esa opción para Reutemann.
Desafortunadamente, una opción firme podía ser el equipo Ligier en el cual el propio Guy Ligier nos confirmaba el día sábado que Reutemann le había interesado concretamente: "Reutemann es un gran piloto y nos hubiera gustado mucho tenerlo en nuestro equipo. Pero todo parece indicar que va a volver a firmar con Williams y para no quedarnos en el aire ya nos decidimos por Eddie Cheever."
Pocas horas después la situación tomaba un giro muy distinto por obra del resultado de la carrera final del torneo, pero la alternativa Ligier también había desaparecido para Reutemann. ¿Y cometería Reutemann acaso el error de subirse a un auto de escasas posibilidades como lo decía él mismo hace dos semanas en su afán por continuar corriendo?
Ese es el gran interrogante que Reutemann debe resolver en los próximos días.
G.S.
A poco de darse el vía libre, Jones ya es puntero con Villeneuve segundo. Mientras, Reutemann resiste por adentro a Prost, aunque al cambiar el sentido de la curva siguiente, el francés tendrá la cuerda ... y la posición
Michele Alboreto precediendo a Derek Warwick, quien por primera vez largó una prueba de F-1. Esta vez entre los Toleman el que se quedó afuera fue Henton
Una vuelta después que lo hiciera Piquet, es Mario Andretti quien se aprestaría a ganarle la cuerda al Williams y desplazarlo
Uno de los duelos más interesantes de la carrera fue el protagonizado por Villeneuve y Giacomelli por el tercer puesto. El canadiense fue desclasificado y paró, el italiano, pese a un par de trompos, concluyó tercero
Patio de boxes
TENSIONES.- Si Reutemann estaba en un especial estado de tensión después de la carrera a raíz de haber perdido el campeonato, Nelson Piquet no le iba en zaga precisamente por haberlo ganado.
Al bajar del podio (donde estuvo apenas el tiempo suficiente para descorchar el champagne) y verse rodeado de una multitud, comenzó a los gritos y a empujar a todo el mundo. "Get up, get up", decía, y cuando se hizo un poco de espacio comenzó a correr para escapar. Periodistas brasileños y otras personas muy allegadas a él confirmaron que estaba extremadamente nervioso después de la carrera.
ULCERA.- El verdadero problema físico que provoca los dolores estomacales a Nelson Piquet es una úlcera, que al parecer se hace notar en los circuitos tipo callejeros (Mónaco, Long Beach y por eso recrudeció aquí,en Las Vegas).
Para esos casos, el brasileño es medicado en base a pastillas los días previos y una poderosa inyección en la madrugada del día de la carrera. El efecto le dura así todo el día. Pero si esa inyección le fuera aplicada en todos los días anteriores, al llegar el momento de la carrera no tendría mayor efecto.
CANTITOS.- No podían faltar. Y menos tratándose de una definición entre argentinos y brasileños. Cuando terminó la carrera, los aficionados brasileños, no tan numerosos como los argentinos pero quizá más ruidosos, le cantaban a la hinchada rival "Don't cry for me Argentina"... y hubo que bancársela y todo... En fin...
PÁLPITO.- Le preguntamos a uno de los principales técnicos de Michelín antes de la carrera ¿Reutemann o Laffite? teniendo en cuenta que el francés era el único candidato con las gomas de su empresa y con una amplia sonrisa contestó "Piquet", como dándonos a entender que su piloto (o sea Laffite) casi no tenía chances. Y así fue no más, aunque en un momento el hombre de Ligier estuvo más cerca de lo que muchos suponían...
CANDIDATO.- Otra buena carrera de Nigel Mansell, que cada vez aparece más afirmado en la F-1 y que responde plenamente toda vez que el Lotus se adapta al algún circuito. Ya el viernes se rumoreaba en boxes que Williams podría ser su próximo destino. Claro, si Jones confirma su retiro y Reutemann también o pasa a otro equipo.
ENGRANAJES.- Entre la prueba con tanques llenos y la carrera en sí, la fatídica (luego) caja del auto de Reutemann fue desarmada totalmente. Preguntado el argentino si estaba cambiando algún engranaje, dijo que sólo la
revisaban por precaución y que quizá cambiaran algún engranaje. Con precauciones y todo, lo cierto es que fue el elemento que definió el campeonato a favor de Piquet...
PAPELONERO.- Como ya sucede habitualmente en el podio, Jean Marie Balestre deambula en torno a los pilotos y como ya sucediera en Holanda, cuando a Jones le llegó la hora de descorchar el champagne lo buscó inmediatamente al francés para empaparlo igual que aquella vez.
Claro que ahora Balestre estaba como preparado y cuando le vio la intención al australiano, se apuró a esconderse... precisamente detrás de éste. Era ridículo, realmente, verlo agachado atrás de Jones, para evitar ser mojado. Sin duda una situación nada decorosa para el recientemente reelecto presidente de la FISA
GUSTO.- Fue, sin duda, el que se dio Derek Warwick el clasificarse para largar una carrera por primera vez en el año precisamente en el cierre de la temporada. Como se recordará, a partir del GP de Imola, los Toleman intentaron clasificar en todas las carreras y sólo lograron correr en Monza (Henton) y ahora en Las Vegas (Warwick). De todos modos, ya un Cosworth espera para reemplazar a los Hart turbo y quizás el año que viene las perspectivas del equipo mejoren, ya que el chasis aparenta ser realmente bueno.
DISCUSIÓN A LA ITALIANA: Saltaron chispas en el box de Alfa Romeo hacia el final de la carrera. Los protagonistas del incidente fueron nada menos que el ingeniero Carlos Chitti y Gerard Ducarouge, hasta el momento posible director deportivo del equipo italiano.
La causa de la discusión era la orden que debía ponerse en la pizarra del box para señalarle a Giacomelli si debía ir en busca del segundo, Prost, o bien mantenerse calmo en la tercera posición. Luego de haber perdido tiempo en dos trompos, Giacomelli habla recuperado tiempo y posiciones en gran forma y se acercaba cada vez más al Renault de Prost con el cual llegó casi pegado al final.
Pese a ello, el ing. Chitti prefería quedarse tranquilamente en el tercer puesto mientras que Ducarouge quería a toda costa ordenarle a Bruno que fuera a la caza del Renault al cual podía alcanzar tal como se vio luego. Pero no hubo caso de convencer a Chitti, la discusión subió de tono y por fin Ducarouge explotó arrojando la credencial al suelo y partiendo airadamente rumbo al hotel. ¿Habrá reconciliación?
Así circularon durante la primera veintena de vueltas: Laffite quinto, Watson, Reutemann, Piquet y Andretti. El francés terminaría sexto, detención mediante
TAMBAY, FELIZMENTE ILESO.- Impresionante fue el golpe de Patrick Tambay contra los bloques de cemento en las primeras vueltas de la carrera. El Ligier quedó inservible y Tambay regresó a boxes lentamente a pie con un fuerte dolor en la pierna derecha.
La causa del despiste fue luego atestiguada por Arnoux que vio todo desde atrás. Tambay había sido violentamente golpeado por el McLaren de De Cesaris que hizo un trompo delante del Ligier. Aparentemente, se resintió la suspensión del auto de Tambay, que en la curva siguiente no dobló sino, que se fue directamente hacia afuera. El golpe fue muy fuerte y marcó un ingrato final de temporada para el piloto francés.
GESTOS AIRADOS.- También Jacques Laffite estaba enojado por los problemas de gomas de su auto y respondió con varios puños en alto frente a las sugerencias que le hacían desde boxes.
Resulta que, previamente, ante las dudas que existían por la duración de las gomas de carrera, el equipo Ligier decidió que en caso de desgaste prematuro de las gomas, Laffite debía esperar que el box le indicara el momento ideal para entrar a cambiar gomas en función de las posiciones.
Laffite, tal como los Renault, calzó las Michelín tipo 707, muy blandas y pronto comenzó a sufrir un mal comportamiento de las gomas,aunque no por excesivo desgaste sino por falta de temperatura adecuada ya que en ese momento el francés estaba siendo taponado por Villeneuve que lo hacía doblar obligatoriamente muy por debajo de lo que podía el Ligier.
En esas condiciones, las cubiertas 707 trabajaban mal y recuperaban parte del caucho que estaba depositado en el piso produciendo el mismo efecto de gomas desgastadas. Laffite quería parar pero desde el box le pusieron un cartel que decía "707 ok" porque a su vez Alain Prost había parado a cambiar esas gomas y se habla notado ese curioso efecto inverso. Pero Laffite seguía perdiendo posiciones y cuando por último le pusieron la flecha indicando que debía entrar, el francés reaccionó agitando la mano a su paso por boxes para expresar su disconformidad.
HAGAN JUEGO.- Antes de que auto alguno recorriera la pista, Carlos Reutemann había pronosticado para el nuevo trazado un promedio de alrededor de 160 km/h. Y acertó... pero a medias, ya que 160 fue el promedio de la primera tanda. A la tarde del miércoles ya se estaba en 165, a la mañana del jueves en 167. y ese mismo día el propio Reutemann superaba los 168.
Se produce la detención de Laffite quien, como Prost, pagó su "jugada" de salir con Michelín más blandas que las aconsejadas. Si bien el Ligier debió conformarse con el sexto lugar, el Renault fue segundo ...
EL FUTURO DE GUERRA.- Aunque esto es absolutamente un trascendido,el futuro de Miguel Ángel Guerra podría estar vinculado al equipo Fittipaldi en 1982.
Contrariamente a lo insinuado, el team brasileño seguiría corriendo el año próximo gracias al patrocinio de bicicletas Caloi, estrenado precisamente aquí, en Las Vegas. Caso contrario, el argentino podría volver a la F-2 Europea conduciendo el Minardi-Ferrari, auto que le causó buena impresión cuando lo corriera recientemente a título experimental.
Según Guerra, seria un auto potencialmente dotado como para aspirar a ganar el campeonato europeo de F-2. Así lo habría confesado a personas muy allegadas a él.
CONTRASTE.- De manera bien diferente vivieron los dos candidatos máximos al título los instantes previos a la primera práctica del día miércoles. Mientras Reutemann echaba una última mirada a la pista y no pocas ojeadas al cielo, Piquet se divertía y divertía a todos los presentes en boxes con un pajarito a cuerda que, una vez lanzado al aire volaba solo durante casi un minuto planeando por sobre los autos (y cayendo inclusive alguna vez sobre el auto de Reutemann, en el box de al lado, propiciando así los más variados chistes).
Pero lo cierto es que la imagen de despreocupación total que daba el brasileño no era tan así, ya que una vez iniciadas las prácticas en cuestión, seguramente los nervios le provocaron fuertes dolores de estómago que no le permitieron rendir como se esperaba. Como suele decirse habitualmente, la procesión iba por dentro...
ZUNINO EN LAS VEGAS.- Enorme cantidad de pilotos a la búsqueda de un asiento circulaban por los boxes de Las Vegas. Entre ellos, Jan Lammers, Eje Elgh, Roberto Guerrero y el propio Ricardo Zunino que reapareció en el ámbito de la Fórmula Uno para tratar de encontrar una posibilidad para 1982.
El sanjuanino dialogó alternativamente con Tyrrell, Ensign y Fittipaldi, tres equipos donde existe la posibilidad de un auto para Zunino por todo el campeonato 1982. Zunino tratará de definir cualquiera de esas opciones en los próximos días, de retorno a Buenos Aires, gracias a un importante patrocinio que apoyarla su retorno a la Fórmula Uno.
De todos modos, aun si la eventualidad de la Fórmula Uno se transformara en una meta difícil, Zunino también habló en Las Vegas con distintos responsables de Copa Can-Am y podría correr en 1982 un auto del equipo de Paul Newman. "Pero sólo si no se pudiera arreglar nada en Fórmula Uno -explicaba Zunino- ya que resulta imposible hacer las dos cosas a la vez."
Nigel Mansell realizó una buena carrera en un circuito en que los Lotus anduvieron bien en general. En la foto, superando a Carlos Reutemann, en su camino hacia el cuarto puesto final
LA VENTAJA DEL NUMERO UNO.- La gran decepción del sábado en el equipo Ligier frente al magro tiempo conseguido por Jacques Laffite se atenuaba un poco con el sorprendente resultado de Patrick Tambay, una vez sumamente cómodo en un circuito callejero.
Indiscutiblemente el Ligier del piloto número dos habla alcanzado una puesta a punto superior y el sábado a la mañana, en la prueba de tanques llenos, se produjo lo inevitable: el equipo decidió que Tambay le cediera ese auto a Jacques Laffite, quien rápidamente confirmó que los tiempos que se podían obtener eran mucho más satisfactorios.
A toda velocidad se modificaron las pedaleras y los soportes de la butaca y Laffite heredó así el auto de su desafortunado colega para largar la carrera. Más le valía a Tambay no haber conseguido un tiempo bueno en clasificación.
CAMARA DE TV EN EL AUTO.- Por poco no se produce en Las Vegas la esperada novedad de montar una cámara en un auto durante toda la carrera para obtener así imágenes directamente desde la pista.
Hasta tres días antes de la carrera, la cadena NBC que transmitía la carrera tenía todo dispuesto para montar una cámara en un auto y lamentablemente no se llegó a un acuerdo definitivo antes de que comenzara ya la primera jornada de clasificación.
En uno de los Renault se montó de todos modos
una cámara de filmación convencional para registrar una parte de los ensayos no cronometrados. Pero falta aún concretar el gran adelanto de transmitir toda una carrera desde un auto participante.
SOPORTE PARA EL CUELLO.- Además de sus molestias estomacales intensas, Nelson Piquet sufría también en forma aguda el efecto de la fuerza centrífuga sobre los músculos del cuello. Por lo tanto, para la carrera, el equipo Brabham fabricó de urgencia un soporte adicional para mantener fijo el casco del piloto en las curvas.
DIALOGO CON LA TRIBUNA.- El sábado a la mañana, luego de la prueba con tanques llenos, una incesante tribuna argentina ubicada a metros del box Williams agitaba sus banderas para alentar a Reutemann, que metódicamente seguía dedicado al diálogo con los responsables técnicos del equipo. Pero en determinado momento, Reutemann saludó a la tribuna con una mano agregando filosóficamente: "Muchachos, esperemos un ratito no más, unas dos o tres horas y en todo caso festejamos si las cosas salen bien. Pero no ahora."
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